CAPÍTULO V Durante un momento, el Conde permaneció en silencio, mirando hacia la puerta cerrada. Luego dijo, con voz deliberadamente tranquila y controlada: —¿Tiene usted alguna idea de cómo podríamos salir de este lugar? —N… no. Minerva estaba tan asustada, que su voz sonó apenas como un susurro y un tanto temblorosa. El Conde giró sobre sí mismo y caminó hacia donde el agua empezaba a surgir, proveniente, según parecía, del suelo del calabozo. Para entonces ya era un chorro que se movía lentamente a través del piso y, de nuevo, con la misma voz calmada, el Conde preguntó: —¿Como podríamos cerrar esta corriente de agua? —Es... Es... imposible— tartamudeó Minerva—, proviene del foso y llena el calabozo hasta su nivel más alto. El Conde no dijo nada. Después de un momento, se inc