«¡Tengo que hacerlo, papá!», dijo con desesperación, desde el fondo de su corazón. «Y, aunque sé que tú no lo aprobarías, ¡no puedo permitir que David y Lucy se mueran de hambre!» A toda prisa, temiendo que el miedo la hiciera cambiar de opinión, se puso los pantalones negros. Sabía, al hacerlo, que era impúdico que una mujer vistiera pantalones. No había camisas en los baúles, y las que su padre usaba antes de morir le resultaban demasiado grandes. Por lo tanto, se puso una sencilla blusa de muselina blanca, que quedó cubierta por la chaqueta de Eton. Prendió ésta, cruzada sobre su pecho, con tres imperdibles. Luego, se sujetó el cabello sobre la cabeza y rodeó éste y su cuello con un velo de su madre, con el cual también ocultó la barbilla. Esto significó, cuando añadió el antifaz q