—¿Qué te traes entre manos? Y no me digas “Nada” porque sé que algo tramas —fueron las primeras palabras de Ramiro en cuanto quedamos a solas en la recámara. —¿Acaso planeabas casarte conmigo sin llamar a Ester? —No, porque ella viajaría el día de la boda. —Eso es ridículo, es tu madre y no tiene sentido que llegue ese día como si fuera una aparecida —Ramiro aseguró la puerta y vino hacia mí sujetando mi brazo con fuerza. —A ti no te importa esta mierda, así que no te hagas la novia dulce y feliz que no te queda ni cinco, Lucero. —No me hago nada, Ramiro, pero es obvio que si vas a casarte con alguien lo que harías sería reunir a las personas más importantes para ti y entre esos están tus padres y hermanos, y ya que no puedo traer a Alison por obvios motivos, al menos nuestros padres
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