Stefany Alencar
Me despierto a la mañana siguiente con un terrible dolor de cabeza, no estoy acostumbrada a beber, pero ayer me pasé de la raya, tomé una gran cantidad de tequila en la discoteca donde estaba con Lilian y Tayná. La noche fue realmente maravillosa, bailé mucho e incluso besé a un chico allí, era muy simpático y tenía una buena conversación, pero no pasamos del beso.
En realidad, creo que lo besé porque estaba borracha, no es algo que haga normalmente, siempre fui criada en casa, la única persona con quien convivía era mi madre, ni siquiera me acercaba a mi padre, ya que solo tenía ojos para mis hermanos. Cuando no estaba con mi madre, siempre estaba sola y estaba bien, nunca quise a nadie cerca de mí.
Nunca tuve un novio y, para ser honesta, solo besé dos veces en mi vida. Solo en una fiesta universitaria y luego nunca más, no sé por qué, simplemente no me aferro a nadie. Incluso Vitor, ese idiota al que ni siquiera puedo llamar esposo, estaba con esa pelirroja infeliz, ni siquiera los miré, creo que bebí precisamente para olvidar que estaban cerca y funcionó, porque ni siquiera vi cuando se fueron, y agradezco a Dios por eso.
Me levanto de la cama y tomo una pastilla, enciendo la luz y recuerdo que está cortada.
—¿Qué es esto? —Bufo de rabia.
Miro el celular y veo que está descargado, maldición. No me quedó dinero este mes para comprar un cargador.
Voy al baño y hago toda mi limpieza matutina, aprovecho y me doy una ducha rápida. Al principio me quejaba del agua fría, pero hoy ya no me importa, me acostumbré.
Salgo del baño, voy al armario y me pongo una camiseta, un short y unas chanclas, hoy hace calor y puedo ver el sol entrando por la ventana.
El sábado es un día ocupado porque estoy en la feria y necesito llegar temprano para que el señor Pedro no se enoje, en realidad, es un hombre mayor, pero muy agradable, lo conocí a través de Arthur, fue quien consiguió este trabajo para mí. Es un chico muy agradable y trabaja en el puesto al lado de su padre, el señor Wagner.
Conocí a Arthur en el autobús, iba a su curso de administración y ambos estudiamos en la misma universidad. El día que lo conocí pasé mucha vergüenza porque mi billete único no funcionaba y tenía que bajarme del transporte, pero él pagó mi pasaje, aunque yo me opuse. A partir de ahí empezamos a hablar y no hemos dejado de hacerlo.
Él no sabe lo que estoy pasando, siempre hablamos de cosas aleatorias y no me gusta tocar el tema de mi vida. Para todos en la feria soy solo una chica que decidió seguir adelante sin depender de sus padres. No les gusta mucho ver las noticias y con mi estilo de ropa nadie diría que soy hija de un gran empresario, y creo que es mejor así.
Me cambio rápidamente y salgo de casa, como la feria está cerca, no tardo más de 20 minutos en llegar. Cuando estoy cerca de la carpa veo al señor Pedro hablando con el señor Wagner, ambos me miran cuando me acerco.
—Stefany, buenos días, querida, ¿has comido algo hoy? —pregunta el señor Pedro.
—Buenos días, Pedro, salí tan rápido que no he comido nada —digo la verdad.
—No podemos trabajar así, Arthur, trae un café para la niña —expresa el señor Wagner con mucho cariño y le agradezco.
—Gracias.
—Buenos días, Stefany, tienes cara de cansada —me saluda Arthur y asiento.
—Las chicas del hospital me invitaron a una fiesta anoche y bailé casi toda la noche —digo. Él sonríe.
Mi amigo es un guapo moreno, de ojos negros y siempre tiene una sonrisa encantadora. Lleva unos pantalones cortos, jeans y una camiseta sin mangas con zapatillas, está tan lindo como siempre.
—Casi nunca sales, me alegra que te hayas divertido —manifiesta, y sonríe.
—Realmente me hizo muy bien ese momento —respondo imitando su gesto.
—Solo recuerda llamarme la próxima vez.
—Las chicas lo decidieron en el último momento y no sabía si estabas disponible —comento con algo de culpa.
—Para ti siempre estaré disponible, Stefany —replica guiñándome un ojo. Me río.
—¿A cuántas personas se lo has dicho hoy? —pregunto.
—Solo a ti y siempre será solo para ti —responde él y me río aún más.
Arthur siempre hace eso, solo para hacerme ruborizar de vergüenza. Incluso los otros vendedores a menudo piensan que es mi novio, pero en realidad somos solo buenos amigos.
Termino mi café y comenzamos a trabajar.
—Plátanos a tres pesos el kilo, ¡súper promoción gente, vengan a comprar! Si llevan dos conchas, les hago 5 pesos, ¡aprovechen! —grito.
Agradezco a Dios porque vendimos muy bien hasta el final del día, y logré ganar una comisión extra por las ventas, salté de alegría. Cuando llega la hora de irme, Arthur me llama.
—Stefany. —Me mira.
—Sí.
—Estoy muriendo de hambre, mi madre va a hacer una lasaña y te invitó a almorzar con nosotros —anuncia observándome con atención. Me detengo a pensar.
La familia de Arthur me quiere mucho, y sería una falta de respeto rechazar su invitación.
—Claro que voy —digo. Arthur sonríe.
—Me alegra que hayas aceptado, vamos.
Salgo con Arthur del mercado y vamos a su casa, que está muy cerca de la mía, a solo dos calles hacia abajo. A veces nos quedamos charlando en la acera, él es la única persona con la que realmente puedo hablar abiertamente, pero por supuesto no le cuento sobre mi pasado, eso es algo que prefiero mantener oculto y vivir mi vida como mejor pueda.
Llego a la casa de sus padres y el señor Wagner y la señora Lucia ya están en la mesa, ambos me miran y sonríen ampliamente.
—La niña Stefany ha venido —dice doña Lucia, levantándose para abrazarme.
—No podía rechazar semejante invitación —afirmo sonriendo.
—Mamá, ella está hambrienta —comenta su hijo, y lo miro con una ceja arqueada.
—No me mires así, trabajaste mucho hoy y no te vi comer nada, así que vamos a alimentarnos porque un saco vacío no se mantiene en pie —dice Arthur y sus padres asienten.
—Así es, mi niña, ve a comer —ordena la mamá con dulzura.
Voy al baño, me lavo las manos y regreso para comer. Los veo conversar como una hermosa familia, de hecho, siempre es así cuando vengo aquí. Nunca tuve eso, al principio me parecía extraño, pero ahora estoy acostumbrada. Cuando terminamos, insisto en lavar los platos y, aunque todos dicen que no es necesario, termino ganando. Arthur toma el paño de cocina para secarlos.
—¿Qué te parece si vamos al cine mañana, solo los dos? —me pregunta.
—Hoy tengo que trabajar en el hospital por la noche, no sé si podré mantener los ojos abiertos para ver la película —respondo con tono dubitativo.
—Stefany, es solo una película, veremos lo que está en cartelera y, si no nos gusta, tomamos un helado y nos vamos —dice él y sonrío.
—Siempre piensas en todo, ¿verdad? —interrogo.
—Para todo hay una solución en la vida, Stefany. Sé que eres muy solitaria, vives sola y no tienes ni siquiera una mascota para hacerte compañía. —Se ríe, pero noto algo de tristeza y preocupación por mí.
—Tú tampoco tienes una mascota, Arthur —cuchicheo. Él me dedica una sonrisa.
—Porque mis padres no quieren —dice él encogiéndose de hombros.
—Yo nunca he tenido una mascota, y en este momento ni siquiera podría cuidar de una —susurro y por un momento me siento triste por mi situación.
Arthur gira mi rostro hacia él.
—Sabes que si estás pasando por algún problema puedes hablarme, ¿verdad? —habla él y hago un gesto afirmativo.
—Lo sé, pero no es nada. Bueno, voy a trabajar hoy y ver si necesito ir mañana, si no necesito, iremos al cine —digo y él sonríe con satisfacción.
—Está perfecto, voy a esperar tu mensaje —manifiesta, y yo asiento—. Ah, no te dije, estoy por comprar mi moto, así que no tendremos que tomar el autobús —agrega.
—Tú vas a comprar la moto, Arthur, yo seguiré tomando el autobús.
—De ninguna manera. Vas conmigo a la universidad todos los días, no voy a dejarte tomar el autobús cuando ambos vivimos cerca —me contradice.
—Sabes que no voy a aceptar eso —expreso. Él bufa.
—Stefany, sé que no quieres nada gratis de nadie, pero vamos al mismo lugar, ¿qué te cuesta aceptar un viaje? —quiere saber.
—Está bien, pero no todos los días, para que no me acostumbre —digo y él se ríe.
—No me importaría llevarte todos los días, al contrario, es un gran placer para mí —contesta dándome un pequeño abrazo.
Mis mejillas definitivamente están rojas ahora, y prefiero cambiar de tema.
—Terminemos de limpiar todo aquí porque tengo que correr a casa y cambiarme para ir al hospital —digo.
—¡Vamos, entonces!
Dejamos todo limpio y, cuando nos vamos, tomo mi celular que estaba cargando en el cargador del celular de Arthur y él me lleva a casa. Me despido de él en la puerta y entro.
Comienzo a cambiarme rápidamente porque no puedo perder el autobús. Me pongo unos jeans y una camiseta blanca, me maquillo muy ligeramente y uso un perfume muy suave. Me miro en el espejo y veo que estoy hermosa, sonrío porque me encuentro bonita, incluso con poco maquillaje.
Es increíble cómo mi vida ha cambiado y cómo puedo sentirme bien y feliz con poco.
Agradezco a Dios que todavía sea de día, porque arreglarse en la oscuridad a la luz de una vela es horrible. Por cierto, mañana iré a Neo para verificar la situación de la energía en mi casa, dicen que negocian en varias cuotas y voy a intentarlo, ahora que trabajo en la feria podría arreglarlo.
Termino de arreglarme y escucho a alguien golpear mi puerta. Maldición, olvidé por completo que la puerta está rota y cualquier persona puede entrar aquí, necesito resolver esto lo antes posible.
¿Quién puede estar detrás de mí? Las únicas personas son las chicas del hospital, pero llamarían antes de venir, y Arthur acaba de dejarme aquí. ¿Habrá olvidado algo?
Dejo mi bolso en la mesa y voy a la puerta. No paran de golpear con fuerza e insistencia.
—Ya voy. ¡Dios mío, van a romper la puerta! —exclamo en voz alta.
En el momento en que abro, mi corazón comienza a latir con tanta velocidad que siento que va a salir por mi boca, Vitor está aquí justo frente a mí, lo vi ayer en la discoteca, pero nunca esperé que estuviera aquí.
—Buenas tardes, querida esposa, he venido a hacerte una pequeña visita —habla con una sonrisa burlona.
La ira me invade y el primer deseo que cruza mi mente es matar a esta persona horrible que tengo delante...