Capítulo 1
Hace 15 años
—Mamá, ¿por qué está llorando ella? —interrogo. Miro a la mujer llorando mientras veo sus cosas en la calle y pide que no la despidan.
—No te quiero aquí más, no sabes hacer nada bien y no me importa si tienes o no a dónde ir, quemaste una prenda que vale 100 veces tu inútil salario —Al escuchar las palabras de mi madre, solo miro sin entender el porqué de esa situación.
—Señora, lo siento mucho, pero no me despida, no tengo a dónde ir —pide la mujer con desesperación, y veo a varios empleados mirándonos.
—No me importa, desaparezca de aquí y lleve a ese niño inútil con usted —dice mi mamá y me entristezco porque voy a perder a mi amigo.
—Señora, no despida a mi madre, por favor. —Veo a Caio pedir llorando y comienzo a llorar también, porque no quiero ver a mi amigo sufrir.
—Stefany, entra ahora y deja de llorar, niña tonta, ¿dónde se ha visto un ser tan débil? —me grita mi madre, haciéndome sobresaltar.
—Caio, no te vayas —pido llorando y abrazando a mi amigo.
—Stefany Alencar, suelta a ese niño ahora mismo —me ordena mi progenitora mientras me saca de los brazos de mi amigo.
—Mamá, él es mi amigo —digo sin dejar de llorar. Ella me jala la oreja y siento mucho dolor.
—Entiende algo, Stefany, ellos no son de nuestra clase y no los necesitas para nada, ¡escucha bien! —exclama—. Las personas por debajo de nosotros no merecen estar en nuestro medio, solo son empleados y tú eres una Alencar y no quiero que te apegues a quien no debes —agrega y mira a Caio.
—Vámonos, mamá. —Veo a mi amigo hablar con su madre y vuelvo a llorar.
—Caio, no te vayas —repito.
—Stefany, solo tenemos 7 años... un día seré grande y volveré para que podamos ser amigos —expresa, y mamá se ríe.
—Vete, chico, y nunca vuelvas con la inútil de tu madre. Stefany es una Alencar y yo crearé una copia mía, no lo dudes.
—Señora, no tenemos a dónde ir —comenta la señora una vez más.
—Mamá, déjala quedarse —solicito, mamá me jala el cabello y duele.
—Nunca más pidas que personas como él se queden, ¿me escuchas bien, Stefany? ¡Nunca más! —grita y ordena a los guardias que me lleven adentro.
—¡Caio, no te vayas! Amigo, no me dejes, por favor, ¡no me dejes! —chillo llorando mientras los guardias me llevan prácticamente arrastrada a casa.
Cuando llego a mi habitación, miro afuera de la mansión y veo a mi amigo entrar en un auto. Pronto se van y yo sigo llorando, pongo mi cabeza entre mis rodillas y me pregunto por qué mamá tiene que ser tan mala. Veo la puerta de mi habitación abrirse y mi madre entra con un cinturón en la mano.
—Hoy aprenderás, Stefany, a nunca más avergonzarme frente a personas como esas, y aprenderás a ser como yo, Alencar. Debes aprender que personas como ellos no importan —dice y me saca del rincón.
—Mamá, no me pegues —imploro con voz temblorosa—. ¡Mamá, no me pegues, mamá, por favor!
Ese día recibí muchos golpes y puedo decir que, en los siguientes, mi madre se esforzó mucho por convertirme en ella y hoy, a mis 22 años, nada valió la pena, porque empecé a pagar por los años en que humillé a las personas.
***
Stefany Alencar
15 años después.
Hoy es el día de mi boda, no puedo creer que mi padre haya autorizado esta locura. Primero me quitó todas mis comodidades y luego me obliga a casarme con un hombre ignorante y mujeriego como Vitor Ferrari. Puede tener todo el dinero del mundo, pero se escucha que es muy pervertido y siempre está rodeado de mujeres. No puedo creer que esté pasando por esto. Fueron dos años de Vitor posponiendo esta boda.
Tenía 22 años cuando recibí la noticia de que tenía que casarme y mi padre me lo quitó todo. Ahora, dos años después, estoy entrando al salón, veo a todos mirándome y tengo que sonreír como si fuera lo más normal del mundo tener un matrimonio arreglado hoy en día. Llego al altar y Vitor me mira a los ojos. Es guapo, tiene cabello claro y ojos verdes, pero su reputación no es buena. Sé que cometí muchos errores en el pasado al humillar a las personas, pero espero que el destino tenga piedad de mí. La ceremonia pasa tan rápido que ni siquiera lo imaginaba. Cuando llega el momento de besar a la novia, voy a besar a mi esposo, ya que me casé y no puedo hacer el ridículo, pero él solo me da un beso en la mejilla y el sacerdote nos declara marido y mujer. ¿Puedo decir que me sentí avergonzada? Sí, lo hice. ¿Quién se cree que es él? Soy una Alencar y no puedo ser tratada de esta manera. Si aceptó casarse conmigo, lo mínimo que puede hacer es respetarme.
La ceremonia termina y todos los invitados vienen a saludarnos, pero mi esposo no se queda a mi lado. Terminamos de hablar con todos y llega el momento del baile. Mi esposo no me saca a bailar, así que pienso que no le gusto, pero luego me sorprendo al verlo llamar a una mujer pelirroja de ojos claros para bailar con él frente a todos. No puedo negar que me siento mal con esta situación. Veo a mi familia mirando desde lejos y veo a mi ex cuñada, Andrea mirándome. Creo que debe estar riéndose por dentro ya que la traté muy mal cuando estaba con mi hermano. Ella ni siquiera imagina cuánto me arrepiento y espero que esté feliz de saber que mi hermano la encontró después de tanto tiempo buscándola.
Veo a mi esposo poner su mano en el trasero de la pelirroja y una rabia enorme me invade. Decido salir de allí, voy hacia la salida incluso con mi vestido de novia. Afuera está lloviendo y entro bajo esa lluvia sin importarme el vestido. He estado caminando sin rumbo durante unos 30 minutos cuando veo un auto detenerse cerca de mí y cuando miro, veo que mi esposo está adentro y peor aún, la pelirroja también. Él detiene el vehículo, toma un paraguas y sale.
—¿Estás loca por salir así caminando? —interroga.
—Tú estás loco, Vitor, ¡tenías las manos en la entrepierna de otra mujer el día de nuestra boda! —le grito.
—Ja, Stefany, nuestro matrimonio es solo por un contrato y solo acepté por mi padre. Además, no te debo fidelidad, le dije a mi padre que no lo haría y no lo haré. Soy un hombre libre y no será un matrimonio lo que me ponga en línea.
Siento un pinchazo en el pecho porque sé que fui engañada, ¿merezco todo esto?, pienso.
—Vitor, vete a la mierda —digo. El desgraciado se ríe.
—¿Quieres sabe algo, chica? Quédate bajo la lluvia, aquí está la dirección de tu casa, solo ve allí.
—¿No vas a vivir conmigo? —pregunto.
—¿Realmente crees que viviría contigo? —Se ríe en mi cara—. No soy un hombre para vivir encerrado y, además, vi en las noticias todo lo que hiciste con tu ex cuñada y no eres digna de nada, tu padre solo hizo este matrimonio para que vuelvas por buen camino. Puedo ser mujeriego, pero creo que no merecía casarme con una mujer tan baja como tú, date cuenta, he estado posponiendo este matrimonio durante mucho tiempo porque para mí es una vergüenza casarme con una mujer así, y no es casualidad que hice todo lo posible para que los medios no vieran con quién me casé, así que siempre estarás escondida y lejos de mí —habla todo de una vez—. Y si quieres dinero, pídeselo a tu padre, alquilé una casa en la periferia de la ciudad y nada más, recuerda que nos casamos solo por un contrato y cada uno vive de su propio sustento, no estoy obligado a mantener a una mujer que no me interesa y, por último, agradece, porque en el contrato de matrimonio dice que estoy obligado a pagar tu universidad, pero el material escolar te lo arreglas tú.
—No puedes hacer esto conmigo —manifiesto con los ojos llenos de lágrimas.
—Soy tu marido y puedo hacer lo que quiera, y si crees que estás siendo engañada, habla con tu padre y además, no eres una mujer para mí y si me das permiso, tengo prioridades ahora.
Vitor se va y me deja sola, empiezo a recordar todo lo que hice mal a los demás, recuerdo a todos los que humillé bajo la influencia de mi madre y lloro en medio de la calle, me siento en la acera mientras las lágrimas corren por mis mejillas, me quito los tacones porque me duelen mucho los pies e incluso tengo ampollas, veo que nadie de mi familia vino detrás de mí, solo Vitor para humillarme, en este momento me pregunto qué pasará a partir de ahora.
Sé que cometí errores y todavía tengo mi manera brusca, pero ¿merece una mujer tener que pagar siendo traicionada y humillada delante de sus narices? Lloro durante unos veinte minutos en el mismo lugar, enciendo el GPS de mi celular y me voy a casa caminando, tardo unas dos horas en llegar. Veo que la casa es bonita y muy pequeña, solo tiene dos habitaciones y un baño. Vitor no dejó nada en la nevera, me pregunto qué voy a comer si no tengo dinero, camino hacia la habitación y al menos mis ropas están aquí, así que decido venderlas en internet para poder cenar hoy.
Mi esposo realmente no regresa a casa en los próximos días, meses y años, y solo voy al trabajo, a la universidad y a casa, pero algo me hace sentir horrible. Sé que soy el hazmerreír, mi esposo siempre aparece en viajes y fiestas actuando de soltero como siempre lo ha hecho y en mi familia, cada vez que aparezco estoy sola, no comentan nada, deben estar esperando que hable, voy en autobús a todas partes y lo que recibo en el trabajo tengo que dividirlo para el agua, la luz, internet y el alquiler, hago todo lo posible para ahorrar dinero para comer. Mi vida está siendo solitaria y parece que siempre será así.