Cuando lo conoció, él se presentó con ella como Esteban Rosales, se encontraron a las puertas de la clínica, él llego con una herida sangrante en la cabeza y sin importarle que estuviera herido, se empeño en ayudarle a llevar los paquetes de material de curación, desde su pequeño coche al cubículo de control de enfermeras. Una vez que terminaron, ella se empeñó en que dejara que le revisaran la herida y él le contestó con una sonrisa en los labios que las heridas de la cabeza siempre eran más escandalosas que graves. Aun así, ella insistió tanto que terminó por ceder a que le curaran la herida, tuvieron que darle cinco puntadas y permaneció en la clínica un día por recom