Capítulo 2

3509 Words
(Narra Annie Rowan) Al volver me sentí exhausta y llena de vergüenza, si alguien supiera lo que había pasado…En especial el abuelo. Definitivamente estaríamos en problemas. Pero ¿qué podía hacer? Ya era mayor de edad y no sabía hasta cuándo podría estar con Dante de nuevo. Intenté ser fuerte, tampoco quería estar lejos de él, pero sabía que era inevitable. Me haría falta escuchar su voz y saber que estaba ahí conmigo, no sería lo mismo estar en un aula sin tenerlo a mi lado, me iba a sentir incompleta. Y lo sabía, que era algo que debía de afrontar a como diera lugar. Así que pensé que estaba bien gastar un poco de tiempo así a su lado. Pasarían meses hasta que pudiéramos volver a estar juntos, él ya tenía responsabilidades con la manada, Carter se iría también, y Konrad… Bueno, él tampoco tendría tanto tiempo de ayudarlo, no cuando Dania ya estaba embarazada. Sí, lo admito, estaba triste. Me iba a tener que separar de Dante. Y sería difícil para ambos, difícil por supuesto, pero no imposible. Y de algún modo estaba ansiosa, la universidad sonaba como una doble “D”, divertida pero difícil. Al final sin darnos más tiempo llegó el día. Era domingo por la mañana y Carter estaba afuera de la cabaña con todas sus maletas. Su padre y Elena fueron a despedirlo. Bree lo estaba despidiendo cuando yo me acerqué al abuelo, noté que estaba algo cabizbajo, pero no tanto como yo pensaba. Supe que fue porque no estaría solo, la cabaña estaba llena. Y con mi partida, Edgar y Kelly tendrían un cuarto para ellos, ahora Bree podría dormir más cómoda. Algo muy curioso es que Dante se ofreció a irse, pero el abuelo no se lo permitió, desde ese día Dante se regodea al decir que es el favorito del abuelo, aunque siendo sinceros, su favorito sigue siendo Carter. ― Esta bien, puedo irme yo. Así tendrán el cuarto para los niños. ― Había dicho Dante con una voz grave. No quería hacerlo pero sentía que era lo correcto. ― No. ― Le dijo el abuelo mientras se levantaba del sillón y se acercaba a él. ― Tú te quedas aquí, los niños pueden dormir con Bree. Annie se irá pronto, su habitación puede ser para ellos después. ― Anciano. ¿A caso no quieres que me vaya? Mi abuelo lo miró despectivamente y tras ajustarse las gafas habló. ― Prefiero tener aquí un buen perro guardián. Bree estalló en carcajadas y Dante apretó la mandíbula, pero aun así, no se quedó callado. ― No. Algo no me quieres decir, anciano. ¿Ya te agrado más? ― ¿Agradarme más? ― Dante asintió. ― La pregunta debería ser “¿A caso le agrado?”. Y aunque no nos dimos cuenta en su momento, algo entre ellos cambió, aún se hablaban toscamente, pero hablaban…Incluso más que antes. Ambos jugaban con los niños y muy importante, Dante no se iría de la cabaña aun si yo no estaba, el abuelo lo había dicho así. Quizá mi abuelo ya veía a Dante como parte de la familia, y no quería aceptarlo. ― Al menos se queda mi otra nieta. ― Dijo mi abuelo con la voz ronca, probablemente quería llorar. ― ¡Se refiere a mí! ― Gritó Bree. Y Edgar y Kelly se acercaron al abuelo. ― ¿Nosotros no somos tus nietos? ― El abuelo le puso a cada uno una mano en la cabeza, las caras dudosas de los niños le habían ablandado el corazón, ya que su rostro se contrajo mientras una sonrisa de incredulidad se le formó en el rostro. El abuelo, se hizo de una enorme familia en un abrir y cerrar de ojos. ― ¡Claro que son mis nietos también! ― Terminó diciendo con un brillo excepcional en los ojos. ― ¡Yupi! ― Gritó Kelly mientras daba saltitos. ― Annie, cariño. Cuídate mucho, presta atención a las clases, aprende todo lo que puedas y has amigos. Pero sobre todo, diviértete. ― Las palabras del abuelo me dieron más confianza. Me abracé a él con fuerza y contuve las lágrimas, definitivamente no me iba a ir triste. ― Lo haré abuelo. ― Nos separamos y él se fue a despedir a Carter. En ese momento Dante aprovechó para susurrarme algo al oído. ― Agradece que no estaremos juntos, o sin duda te iba a tener todas las noches. ― Le di un leve golpe en el hombro mientras sentía que la sangre se me iba a las mejillas. No sé si era una amenaza o una promesa, pero miedo no me provocó. Subimos a la camioneta y emprendimos el viaje, me comencé a sentir nostálgica solo de pensar que Dante habría de volver todo el camino solo, pero no tuve mucho tiempo de pensar en ello porque Carter estaba tan animado que solo hablaba de quienes serían sus nuevos compañeros de habitación. ― Escuché que nos acomodan con alumnos de diferentes facultades. Me intriga saber quiénes serán mis compañeros. En mis hojas dice que tendré dos compañeros, que mi habitación es para 4 personas, pero que solo seremos 3, no dice nada más. ¿Qué dice la tuya, Annie? ― La mía solo dice que es una habitación para dos personas, pero no dice si tendré compañera. ― Ligeramente vi una sonrisa pícara en la cara de Dante, no sé qué se le paso por la cabeza pero me daba una idea. ― Mi residencia está en la parte central, voy a tener que caminar mucho para llegar a la facultad. ― A Carter eso no le agradaba en lo absoluto. ― Yo estoy en los límites con el bosque. ― Informé, y entonces me percaté de que también tendría que caminar mucho para llegar a mi facultad, quizá fuera buena idea tener bicicleta. Facilitaría las cosas. El camino fue de lo más tranquilo, no hubo inconveniente alguno, pero entre más nos acercábamos a Liberty, más nerviosa me ponía. Un par de horas después, la vimos. La arquitectura de la universidad era impresionante, Carter sacó su cabeza por la ventanilla y admiró lo que sería su alma mater, estaba desbordando alegría. ― ¡Esa es mi facultad! ― Gritó Carter. Y vimos a varios alumnos usando batas blancas, batas que se mecían con el viento. Yo los miraba y pensaba que eran personas maduras e independientes. Miré por mi propia ventanilla, jardineras inmensas y verdes, arboles con miles de ramas que se extendían junto con ese agradable color tan vivo. Flores y muchas personas caminando, algunos al igual que yo, venían acompañados y con un montón de cajas y maletas. El ritmo del lugar era rápido pero alegre. Me iba a gustar estar aquí. Primero llevamos a Carter, Dante le ayudo con sus cosas y yo le pase algunas cajas más pequeñas, luego subí a la camioneta y los miré mientras hablaban. Ambos tenían una cara de seriedad tal, que me dieron ganas de bajar a escuchar de qué hablaban, después se estrecharon las manos y asintieron con determinación. ― Bien, conejita. Es tu turno. ― Yo asentí despacio y me llevó hasta lo que sería mi hogar por esos 4 años. Cuando llegamos la fachada llamó mucho mi atención, el edificio había sido renovado en su mayoría, pero habían dejado ciertos detalles del que parecía era el edificio original. Al mirarlo podías ver lo simétrico que era, pequeños figurines tallados en lo alto de la fachada del arco principal, al mirarlos con más atención me di cuenta que eran ángeles que sostenían rosas. Y dos grandes columnas que servían de soporto para un techo que cubría el pequeño pasillo que guiaba a las enormes puertas de cristal, puertas que solo se abrían con una llave electrónica que nos entregaron al hacer el registro. ― Estoy asustada. ― Le confesé a Dante, el dejo mis maletas en el suelo y se acercó para abrazarme. ― Todo estará bien. ― Me aferré a él y pude escuchar a lo lejos unos cuchicheos. Miré discretamente y vi a dos chicas devorándose a mi novio con la mirada. Bueno, no las culpo. ― ¿Te digo algo que se me ocurrió? ― Dime. ― Sí…― Hizo una pausa, se separó levemente de mí y me colocó un mechón del cabello detrás de la oreja con delicadeza. ― Sí tú no tienes una compañera, podría venir algunas noches aquí. Una sonrisa se me escapó y me alejé de el para tomar una de mis maletas, no quería responderle eso, sí lo hacía solo terminaría delatando que en realidad, la respuesta era un sí rotundo. Antes de entrar una mujer se nos acercó y me dio la bienvenida, me hizo llenar mi registro y me prestó un carrito para llevar el resto de mis cosas. Mi habitación estaba en el segundo piso y era de la más alejada de todas, ubicada justo al final del pasillo. Dante no pudo entrar, así que nos despedimos ahí. ― Te veré pronto. ― Le dije mientras me abrazaba con fuerza. ― Cualquier cosa solo llámame y estaré aquí lo más rápido que pueda. ― Lo haré. Te quiero. ― Y le di un beso en los labios. El suspiró al separarnos y me dio un beso rápido en la frente. Entonces se dio la vuelta y subió a la camioneta. Lo vi desaparecer y me sentí muy triste. Esto sería difícil. Avancé por el pasillo con mi carrito y vi a muchas chicas moverse de aquí para allá, unas iban y otras venían. Algunas puertas abiertas me dejaban escuchar sus gritos, “Yo pido la cama del lado derecho”, “¿Quién tomó mi cepillo de dientes?” “¿A quién se le cayeron estos condones?” Seguí caminando hasta que las voces se volvieron lejanas, mi habitación tenía una puerta grisácea y algo vieja, daba un mal aspecto. Tenía grabado el “33-C” que indicaba que estaba en el lugar correcto. Giré la perilla y al entrar vi a una chica sentada frente al escritorio, se me hizo muy extraño, creí que no tendría compañera. Caminé otro poco y noté su hermosa melena, era pelirroja, y eso me llevó a pensar en mi abuela, ella tuvo un cabello así de precioso cuando era joven. La chica estaba tan distraída que probablemente no notó mi presencia, la vi garabatear en una libreta. Y entonces, me puse nerviosa, rápidamente me tragué los nervios y aspiré para tomar valor, ya que estaba segura que ella sería mi primera amiga aquí. Así que la saludé con toda amabilidad para no asustarla. ― Hola, soy Annie. Seremos compañeras a partir de hoy. ― Ella se puso rígida, probablemente la asusté. Pasaron los segundos y no se movió. ― ¿Hola? ― Ho-hola. ― Habló y tenía una voz muy risueña. Estaba casi tan nerviosa como yo. Entonces se dio la vuelta despacio y pude verle su rostro, era la chica más bella que había visto en toda mi vida. Su pequeño rostro estaba enmarcado por su cabello rojo, que tenía unas ondas que le daban forma de revista. Sus pestañas eran largas y resaltaban sus ojos azules, de un azul cenizo y precioso. Tenía unas finísimas pecas que pasaban por su nariz y sus mejillas. Además de que sus labios estaban rosados y eran gruesos, tenían la forma de un corazón. Ella no estaba usando maquillaje y aun así se veía lindísima. ― Woo. ― Se me escapó un sonido por la impresión. Hubo un silencio y ambas nos reímos ante él. Se puso en pie y avanzó hasta mí, era bajita, al igual que yo. Quizá teníamos la misma estatura. ― Me llamo Cordelia. ― Su nombre me sonó muy elegante y no pude evitar pensar en “El Rey Lear”. Mi compañera me extendió su mano y yo la estreché. Se quedó mirándome con curiosidad. ― Creí que estaría sola. ― Frunció el ceño y yo me encogí de hombros. ―Yo igual. ― Ambas sonreímos. ― ¿Dijiste Annie? ― Sí. Annie Rowan. ― Que lindo, ¿sabías que significa “llena de gracia”? ― No lo sabía. ― Dije asombrada. Ella me sonrió y siguió hablándome. Su charla fue agradable y me animó mucho mientras acomodaba y hacía mi cama. Cordelia fue tan amable que incluso me ayudo a desempacar y guardar mis cosas, luego de eso me propuso ir a recorrer el campus. Ella ya lo conocía, a decir verdad, lo conocía bastante bien. ― Y por acá están las piscinas, ahí se puede nadar siempre, solo debes tramitar tu tarjeta deportiva y te dan acceso a esto y al gimnasio. ― ¿Qué hay por allá? ― Señalé un pequeño sendero que llevaba a los bosques. ― Le dicen el camino de la sentencia. ― Dijo y suspiró. ― ¿Por qué? ― Pregunté extrañada. Cordelia me hizo seguirla para poder mostrarme algo. ― ¿Ves eso de ahí? ― Y señaló un punto en el bosque donde había un poste alto y viejo, parecía que era de concreto. ― ¿Ese poste? ― Es una columna. Ahí…― Hizo una pausa y la piel se me erizo. ― Se quemaban brujas. Las hacían caminar todo este sendero y al llegar ahí las quemaban vivas. ― Ay. ― Dije asustada. ― Tranquila, Annie. ― Miró hacía el sendero y sonrió. ― Eso fue hace mucho tiempo. ― Pero estaba mal. ¿Cuántas inocentes no murieron de esa forma? Es cruel. ― Cordelia asintió y con amargura habló. ― Eso es cierto. Suena cruel. Pero aquí hay muchos lugares similares, supongo que es porque la escuela es muy vieja. ― ¿Muchos lugares similares? ― Ella asintió y seguimos avanzando por los jardines. ― Sí. Muchas leyendas. ― Hizo una pausa y me miró con interés. ― ¿Te las cuento? ― Yo vacilé en aceptar o no… Pero me ganó la curiosidad, si no podía dormir a causa del miedo sería todo por mi culpa. ― Sí. ― En el lago se ahogó un alumno hace muchos años, dicen que si vas por las noches escuchas sus gritos de auxilio. ― Hizo una pausa para mirarme y comprobar si no estaba temblando. Al ver que no, siguió con otro relato. ― En la iglesia que está dentro de la universidad ocurrió un asesinato, ahí mataron a un antiguo pastor protestante, si por las noches escuchas la campana, no es otra cosa que su cuerpo, que cuelga de ella y la hace sonar. ― Otro vistazo y yo aún podía ocultar mis rodillas temblorosas. ― Se dice también, que puedes ver un monstruo acechando entre los bosques, algunos le apodan el monstruo de Liberty. Hace 6 años asesinaron a un chico en los bosques, lo encontraron con mordidas de lobo, por eso dicen que el monstruo es un lobo. ― Oh. ― Tragué mi miedo y dije algo que no debí. ― Los lobos no son malos. ― ¿Qué? ― Cordelia me miró con el ceño fruncido y una ceja bien levantada. ― Annie, son lobos. Son salvajes. ¿No? Un lobo si pudo matar al chico. ― Pero aun así, no todos son malos. ― Hablas como si tuvieras uno de mascota. ― Su comentario me hizo sonreír, ya que inevitablemente una sonrisa se me formó en la cara al recordar a Dante. ― ¿Sí tienes un lobo de mascota? ― Preguntó con sorpresa. ― No, no. Claro que no. ― Pero entonces ella abrió los labios y dejo escapar un “ahh” ― Olvidaba que tú serás veterinaria. Te deben gustar todos los animales. ― ¡Sí! Es por eso. ― Me apresuré a responder. Cordelia y yo pasamos el resto del día recorriendo parte del campus, era enorme. Y luego fuimos a cenar a un restaurante, la universidad tenía 5 restaurantes, elegimos el italiano. Mientras estábamos mirando la carta y eligiendo algunas de las extravagancias que ofrecía escuché como me llamaban a gritos. ― ¡Annie, Annie! ― Era Carter y venía directo hacía mi con mucha urgencia. Noté como Cordelia se ponía algo incomoda, intentó ponerse en pie pero entonces Carter la miró y la saludó con la mano. Ella se quedó quieta mientras parpadeaba varias veces. ― ¡Annie! ¡Quiero irme! ― ¿Qué? ― Le pregunté incrédula, ya que él era el más emocionado por esto. ― Mis dos compañeros son de artes. ― Dijo en un tono que indicaba “TRAGEDIA” yo no entendí porque. El me miró como si la respuesta fuera obvia. ― Annie, huelen feo, no se bañan. Dicen que son veganos, orgánicos o no sé qué cosa, y que la mejor forma de curarse es meditando. ¿Puedes crees eso? Y Annie, lo peor de todo es que llevaban…― Bajó la voz. ― Hierba. Pude olerla en sus maletas. ― Shhhh. ― Le chisté y casi cruzó la mesa para darle un zapé. Por tres razones, la primera fue la hierba, la segunda fue decir que pudo olerla, y la tercera, mi compañera era de artes. ¿Qué pensaría Cordelia? Entonces él se dio cuenta, miró de reojo a mi compañera que seguía de pie. Entonces apretó los dientes y asintió. Yo carraspeé para llamar la atención de Cordelia. Ella volvió en sí y sentó en su asiento. ― Cordelia, él es Carter. Carter ella es Cordelia, mi compañera de cuarto. ― Hola. ― Le saludó Carter con más tranquilidad. ― Que hermoso nombre, Carter. ― El enarcó las cejas. ― ¿Verdad que sí? Yo no sé porque Dante dice que esta horrible. ― Me dedicó una mirada que me hizo carcajear. ― Tu nombre significa que entregas mensajes, ¿tienes algún mensaje para mí? ― Carter pensó y luego habló. ― Sí. Que tú y Annie serán las mejores amigas. ― Ambas nos dimos una mirada de complicidad y nos carcajeamos al unísono. Cenamos la pizza junto a Carter, aunque tuvimos que ordenar otra casi completa para él, ya que comía demasiado. La velada fue muy agradable, Carter se la pasó quejándose y haciendo chistes sobre sus nuevos compañeros. Cordelia le contó a él también las historias que me contó a mí. ― ¿Esta escuela esta maldita? ― Preguntó mientras tragaba un gran trozo de pizza. ― Quien sabe. ― Dijo ella. Nos despedimos de Carter, él nos acompañó hasta el dormitorio, le dije que no era necesario pero insistió, ya que según sus palabras “tenía un trato muy importante”. Al llegar al dormitorio comencé a sentir el cansancio, caminar por todo el campus me había dejado sin energías, pero la charla con Cordelia me había ayudado a pasar por alto el esfuerzo físico que había hecho en todo el día, pero ya que subí por las escaleras comencé a sentirlo hasta en los huesos. Cada quien se fue a su cama, pero antes de quedarme dormida escuché a mi compañera susurrarme. ― Buena suerte mañana, Annie. ― Me hizo sentir feliz escuchar eso, estaba ya tan somnolienta que apenas logré responderle. ― Para ti también. Y me quede dormida, soñando con lobos salvajes, campanas que se tocaban solas y gritos desgarradores. Desperté y tenía una cara demasiado mala, con unos círculos negros debajo de los ojos. Esas pesadillas fueron lo peor que me pudo pasar. Busqué a Cordelia con la mirada pero ella ya no estaba, su cama estaba bien hecha y sobre mi mesita de noche había dejado una nota con una letra increíblemente elegante. "Nos vemos más tarde. Mucha suerte, Annie. ―Cordelia" Salí con la cabeza bien alta y caminé por la universidad hasta llegar a mi facultad, busqué mi salón y al encontrarlo me senté cerca de la ventana, el clima era muy bueno y la brisa me agitaba el cabello, así que opté por levantarlo en un moño. Desde hace un tiempo, ya no me preocupaba tanto mi melena. Mientras lo amarraba no pude evitar pensar en Dante, y todas las veces que me acariciaba el cabello, tomaba un mechón y lo acercaba para sentir su aroma. Siempre me ponía nerviosa y esa vez, aún si él no estaba presente, el solo hecho de recordarlo me produjo el mismo nivel de nerviosismo que si estuviera frente a mí. ¿Tanto efecto podía causarme Dante? ― Hola. ― Una voz a mi lado sonó al tiempo que arrastraba una silla. Miré al chico tomar asiento en mi mesa y colocar su mochila sobre la misma. ― Soy Cris. ¿Cómo te llamas, linda? Ay no… ************** Me da mucha pena pedir esto, pero esto es algo que no muchos saben, yo tengo un problemita visual... Prácticamente no veo de mi ojo derecho jeje, estoy media cegatona, literalmente. Así que: SI ENCUENTRAS ALGÚN ERROR ORTOGRÁFICO SIÉNTETE LIBRE DE COMENTARLO PARA PODER CORREGIRLO
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