PROLOGO
Dios no perdonó a los ángeles, cuando pecaron.
Si no que los arrojo al infierno y los dejo en las tinieblas, encadenados a la espera del juicio.
2Pedro 2:4
.
.
.
.
*Prologo
La noche era fría y húmeda, el caballero le puso a la joven dama un abrigo sobre sus hombros, ocultando su delgado cuerpo, bajo el abrigo.
Más temprano había sido el clima perfecto, justo para que las parejas pasearan, fuesen al auto-cinema y tuvieran una velada romántica...
Pero la temperatura bajo, el sol se metió y los pájaros alegres dejaron de cantar, dejando bajo la piel un rastro de frenesí y desconfianza.
Manejaban a toda velocidad por la carretera, el pavimento estaba mojado y resbaloso, ella miraba constantemente hacia atrás con miedo y la ansiedad reflejada en sus ojos.
La temperatura dentro del auto era gélida.
— Cariño, creo que ya no, nos siguen
— Nos han encontrado, vendrán por nosotros, tenemos que irnos lejos de la granja, alejarlos de nuestra familia.
— ¿Nuestros hijos?
— Cariño, ya no los volveremos a ver
Una lágrima se escapó de los ojos lindos de mi esposa, ese día estábamos de paseo, cuando descubrí que unos hombres nos seguían, pensé que eran mercenarios que querían asaltarnos, pero luego me di cuenta de que eran demasiados, ninguno atacaría mientras aun hubiera público, alerte a mi esposa hablándole por lo bajo, esto hizo que su cuerpo se tensara y se llenará de pánico.
Empezamos a caminar hacia el auto, nuestro principal objetivo era escapar a casa mientras le perdíamos de vista a esa gente, pero desgraciadamente iban muy rápido.
El viejo Chevrolet de mi suegro ya estaba muy viejo para correr de la manera en que lo llevaba, pero era confiable porque sabía que nunca nos dejaría tirados.
Al principio nos seguían en autos, pero mi mujer confirmo que eran "ellos" quienes venían por nosotros, así que tome la decisión de tomar otra dirección que no fuera a casa.
— ¿Que a donde vamos, miro mi mujer con tristeza el camino?
— Posiblemente, sean asesinos enviados por mi hermano, si es así… tenemos que alejarlos de nuestro hogar.
— ¡Mi amor!— ella me miró con lágrimas corriendo por su lindo rostro— ¡gracias por todo!, te amo.
Fue lo último que logre decirle a ella.
Un golpe sacudió el auto, haciéndolo derrapar, girando varias veces, hasta que el auto empezó a volar, cayendo cada vez más fuerte al asfalto, hasta que se quedó inmóvil, la gasolina se desparramó por la vía y el auto se incendió con sus ocupantes dentro.
El perito levantó un acta donde decía que mis padres iban ebrios y posiblemente habían peleado durante el trayecto.
Al menos eso fue lo que la policía le dijo a mi tía.
Realmente nadie creía eso, ya que todos los que los conocíamos, sabíamos que eran una pareja hermosa y cariñosa. Lamentablemente, nadie nos creía y seguir insistiendo podría traernos muchos problemas.
.
.
Alec, mi hermano mayor tenía solo catorce años y Rosalie, mi tía dieciocho.
Rosalie, la hermana menor de mi madre, tendría que madurar pronto y dejar a un lado su rebeldía, para cuidarnos o la opción era ir al orfanato, después de una gran y dura decisión, ella tomó la más difícil, pero la decisión más pura e inocente que una joven rebelde de tan solo 18 años recién cumplidos podía tomar en ese momento. Se quedó con ambos niños que la necesitaban más que nunca, los tres solos contra el mundo.
Lamentablemente, mi tía se metió con el hombre equivocado, Esta vez por fin después de mudarnos más de siete veces, ya que esta persona nos encontraba a cada lugar que nos mudábamos. Mi tía, pidió asilo en otro país, cambiando nuestras identidades y teniendo que empezar de nuevo, en un país nuevo, ciudad nueva, vecinos nuevos.
No tenía ningún problema, era divertido tener un nombre distinto cada vez, e inventar un acento nuevo, o alguna historia, sacada de algún cuento, para los niños que preguntaban por mis padres.
Esta vez creo que todo era definitivo ahora, ya que teníamos tiempo sin ver a esta persona, quizás ahora si le habíamos perdido la pista.
Así que podría respirar a gusto por fin, y darme la oportunidad de crear amigos nuevos, ser yo realmente y dejar de alejar a la gente de nuestro alrededor. Y por fin plantearme la carrera que quiero estudiar.
Alec, al fin, había terminado su carrera, fue un tiempo difícil porque no todas las escuelas querían revalidar sus materias, así que tuvo que hacer cursos, tras cursos, hasta que, al fin, pudo ingresar a la carrera y terminarla.
Mi tía Rosalíe, hacía varios años que también había terminado, pero cambiaba constantemente de trabajo, ahora que estábamos en otro país ajeno teníamos que hacer más cursos, bueno ellos, yo no, yo solo ingrese a la escuela y como siempre se me dio ser buena estudiante no tuve problemas para integrarme a nuestro curso.
Tantas carrera por elegir, soñaba con algún día hacer un hermoso traje para la realeza, o alguna actriz, ahora si puedo aspirar a hacerlo. quiero ser la mejor Diseñadora de modas del país, y ser millonaria y ayudar a mi familia, para que no nos aga falta nada.
Me levanté entre sollozos, apenas podía ver a mi alrededor, las lágrimas me nublaban la vista, por más que las secara, seguían descendiendo, ya cada vez menos. La tristeza me embargaba, había soñado con mis padres, pero como cada noche no podía ver sus rostros, empezaba a olvidarlos. Los extrañaba, necesitaba de sus abrazos, pero me tenía que conformar con los míos.
Estaba acostada en posición fetal, la noche estaba helada y abrazaba mis piernas para proporcionarme más calor. Supe que no conciliaría el sueño, me levante y me senté al borde de la cama. Sabía que días anteriores había guardado unas cobijas calentitas en el closet de mi cuarto, me levante y tome una, la extendí sobre la cama. Me asomé por la ventana de mi habitación que se encontraba en el segundo piso, la calle estaba obscura, supuse que era tarde como para que hubiera personas ahí en el exterior, voltee a mi mesita de noche y vi mi despertador decían 2.15 a.m. contemple nuevamente las casas que yacían inertes ahí a unos cuantos metros de mi hogar, todo estaba casi en silencio salvo por el aire que se estrellaba contra las ventanas y los pequeños arbolitos, todo eso se veía sepulcral, abrí un poco la ventana, un delicioso aroma entro por ahí, la naturaleza, a unos kilómetros de aquí había varios campos sembrados, con lo de la temporada. Cerré la ventana y me metí a la cama, me tapé hasta la cabeza, tratando de buscar en lo más recóndito de mi cama, el sueño que huía de mí.
Por fin el sueño me invadió.