—Gracias. Señor Edgard; es usted muy amable —le dice ella— igualmente le agradezco el trato que le ha brindado a mi hija; tengo que darle las gracias, también a su hijo, quien se ha esmerado en hacer que las muchachas se sientan bien aquí.
—No tiene que darme las gracias —le dice el— me sentiría muy contento, si volvieran pronto; tanto Carlos, como yo, hemos disfrutado de esta visita que nos han hecho; quizás cuando vuelvan, usted me permita llevarla a un paseo por la hacienda; usted no disfrutó nada en estos dos días.
—Realmente, lo importante es que Karina y Valentina, la pasen bien —le dice ella, sin mucho ánimo— yo me contento con que ellas sean felices.
—¿Qué me dice de usted?; me parece que no está pensando en usted, Señora Claudia
—Hace mucho tiempo que deje de pe
