Karina, fijo su mirada sobre un jinete que llevaba puesto un gran sombrero, y se percató de que este emprendió en su brioso caballo, un galope, aproximándose a donde ellos estaban, y al llegar a su altura, freno el caballo, haciendo una impresionante pirueta, donde el caballo se paró de sus patas traseras y levantó las patas delanteras al aire, soltando un gran relincho, y cuando se volvió a posar en el suelo sobre sus cuatro patas, el jinete se quitó el sombrero muy emocionado. Cuando Karina, vio el rostro de aquel jinete, su corazón le dio un salto, de gran emoción; lo que menos se hubiera imaginado, estaba sucediendo delante de ella, no podía creerlo, en su rostro se dibujó una gran sonrisa, y sus ojos se humedecieron por la alegría.
—¡¿Carlos; eres tú?! —Exclamo ella , llorando
