Las noticias malas se viralizan como pólvora. Todos a esta hora, ya saben de mi muerte. Ahora ella Amanda, quiere no sentirse culpable.
Todas nuestros actos traen consecuencias, tú y yo lo sabemos mejor que nadie.
Decidimos esa tarde que sería nuestro secreto. Y desde entonces los mensajes compartidos, tendrían un código para comunicarnos, sin riesgo a ser descubiertos.
Para hablar de mi sexo sería el cáliz sagrado, para ella succionar mi sexo, sería comunión. Para el sexo de ella sería tomar la ostia. Para mi orgasmo, lloverá el maná y para referirnos al de ella, escucha mis súplicas.
Así nadie tendría acceso, ni claridad a nuestra conversación. Estuvimos de acuerdo y ahora ella me traiciona de esa manera tan perversa y maligna.
¿Por qué no me dijiste que te había herido?
¿Qué lo
