—¡Tenga cuidado, mujer! —gruñe Gage cuando Nadia choca contra su auto en su prisa por cruzar la calle—. Está muy distraída. El hombre la mira de manera despectiva y amenazante. La joven baja la mirada y con su capucha oculta su rostro para no ser reconocida por él, aunque es casi imposible debido a su atuendo, pero es mejor asegurarse. Gage mira a la mujer en frente y le parece conocida. Está seguro que la vio antes en otro lugar, pero es imposible. Ella está desarrapada y sucia. Su pelo está desordenado y también sucio. No hay forma de que la haya visto por estos lugares. —Disculpe, señor —Murmura, ella, con la voz fingidamente ronca. Gage gruñe en respuesta y da marcha al auto y se aleja. Unos metros después se para y voltea nuevamente, pero ella ya desapareció entre el gentío que s