En el momento que Adelaide regresa a la habitación de su esposo para preparar el baño, él aún sigue con los ojos cerrados. Ella se arrodilla a su lado y lo despoja de sus zapatos, aprovecha para darle algunos masajes y buscar su bata. El baño lo deja listo en un rato. Cuando Egil se levanta para ir hasta la bañera, nota al instante la mancha roja en la cara de Adelaide. Mientras ella lo ayuda a quitar su saco, él la mira detenidamente. Sus dedos pican por quitarle ese mechón de pelo cobrizo que cae suavemente sobre su frente y ver el tono exacto de sus ojos. —¿Quién te hizo esto? —Pregunta en tono firme, pero bajo. Adelaide lo mira directamente a los ojos por unos segundos— ¿Quién le dio ese golpe en el rostro? —Tuve un encuentro con Petra en el pasillo cuando me dirigía aquí —Titubea,