Elio, papito bonito rico. Mi paralítico hermoso. Me encuentro en la cama, ya la alarma ha sonado un par de veces. Giro mi cuerpo hacia ella y la miro, como si pudiera entenderle. Suspiro y apoyo mis manos en la cama, preparándome para otro día. La silla de ruedas está al lado de la cama, lista para ayudarme a empezar. Con movimientos precisos, me deslizo en ella, una rutina que se ha vuelto parte de mí. La casa está adaptada para mi movilidad. Me dirijo al baño, donde los agarres y la ducha abierta facilitan el proceso. Me lavo la cara, el agua fría ayudándome a despejar la mente. Me miro en el espejo, viendo a un hombre que ha aprendido a ocultar su tristeza detrás de una máscara de eficiencia y control. Son muchos años de lo mismo, me he convertido en un experto. Después de ducharme