Eva, culebra ponzoñosa Apenas nos hemos despertado, he bañado a Brayan y ya alguien toca a la puerta. Dejo a Brayan en su silla y voy hacia la puerta para abrir. Cuando mis ojos enfocan a Abraham, todo mi cuerpo se eriza, con miedo. Me ha estado llamando día tras día y enviando muchos mensajes, insistente para vernos, pero los he ignorado, sin saber que él aparecería en mi casa. ¿Cómo supo dónde vivía? ¿Cómo rayos me encontró? No creo que le haya preguntado la dirección a Percy, eso lo dudo. Intento cerrar la puerta de nuevo, pero él la empuja, haciéndome a un lado. —No te atrevas a entrar a mi casa, Abraham. ¡Que no entres! —Le grito que se detenga, pero no me hace caso y empieza a llamar a Brayan como un loco. —¡Brayan! ¡Brayan! Papá está aquí, Brayan. —¡Sal de aquí, Abraham