Capítulo 7 CEO

2412 Words
Megan — Bueno, ese es el acuerdo de divorcio, como no existe un acuerdo prenupcial te corresponde todo lo que haya adquirido durante el tiempo de matrimonio – su mano tomo otro expediente. — ¿Qué? – afirmo. — Hay una propiedad en el barrio loma alta, una casa valuada en dos punto cinco millones, tres nuevos autos, un departamento en el centro de la ciudad de uno punto cinco millones, la compra de una nueva empresa y… - levante la mano. — No quiero nada de él – me miro – No me interesa su plata, no quiero nada – negó. — Mateo y las chicas dijeron eso – saco otro expediente – En ese solo se solicita el divorcio por diferencias irreconciliables – comencé a leer – Se habla de lo visto en la tele alegando de que usted no sabia nada y se siente engañada por la parte B – suspire. A mi mente vinieron los recuerdos de aquel día, estaba en la casa, había salido antes porque tenia un turno medico para controles de salud, las cosas con Ian iban bien, él se había ido de nuevo a uno de sus viajes, hacia unas semanas, me había hecho el amor como cada vez que se iba. Fue posesivo, salvaje y me dejo completamente dormida, me entere de que se iba porque me beso y hablo, había dicho que me amaba, que volvería pronto y saldríamos de viaje, recuerdo que sonreí y le dije que lo extrañaría. Ahora aquello parecía algo irónico. Me senté en el sillón con comida china, no quería cocinar y pasé antes por mi menú, prendí el televisor para ver lo que pasaba. — En otras noticias, en la noche de ayer se vio a la flamante Chiara Mars paseando por las calles de Europa con nada más y nada menos que un hombre – sonrió – La super modelo y empresaria se encontraba en uno de los restaurantes más lujoso con su prometido – las imágenes aparecieron. — ¿Cuánto llevan comprometidos? – consulto otra de las mujeres. — Como tres años – junte mis cejas – Pero según dicen, la boda será la próxima primavera que es cuando ella y su prometido Ian Pennington darán finalmente el sí, uniendo así algo que ha esperado por años. Me quedé mirando la pantalla, ella sonriéndole mientras él tomaba su mano, el aire me comenzó a faltar, mis ojos se llenaron de lagrimas y mi mundo se vino abajo en cuestión de segundo, todo lo que creí dejo de existir, nosotros lo hicimos. — Megan – lo miré - ¿Pasa algo? – negué. — No, solo leía – suspire – Necesito que hagas un acuerdo de visitas – junto sus cejas – Estoy embarazada, si quiere conocer al bebé por mi esta bien, es el padre, pero quiero que quede la tenencia solo para mí, nada de cargas compartidas, nos haremos cargo de los gastos de manera conjunta, si lo quiere, si no puedo no hacerlo, no me interesa pelear con él. — Tienes que poner una cuota alimentaria – suspire. — No quiero su plata – sonrió. — No es para ti, es para el bebé, es su deber, ese bebé tiene derechos, tú eres la encargada de que se cumplan – afirme. — Bien – miro la pantalla. — Ahora lo preparo, tengo un modelo – comenzó a teclear - ¿Te vas a separar igual? – afirme. — No quiero más nada con él – comenzó a teclear. — Eso me parece bien, no te merece – no dije nada - ¿Sigues pensando que soy un demonio? – lo volví a mirar. — Dementor – comenzó a reir. — Dementor – toco todo – Bien, si consigues que lo firme tendremos mucho menos papeleo, si no tendremos que hacer una audiencia – suspire. — Espero que si lo haga, no tengo mucho más para hablar, no con él – sus ojos me observaron. — Si sirve de algo – tomo aire – Lamento lo que paso – ladee mi rostro mirándolo fijamente. — No, no lo lamentas – murmure – Me estas mintiendo – sonrió. — Bueno, no lo lamento, me alegro – suspiro – Creo que es lo mejor que podía pasar, él no te merece, no sabe valorarte y a mí me gustaría conocerte – abrí la boca y la cerré. — ¿Qué? — Bueno, ahora no estoy incumpliendo con las políticas de la universidad, puedo invitarte a salir, me gustaría conocerte – parpadee. — Estoy embarazada – murmure. — Lo sé, eso no me molesta – junte mis cejas. — Me estoy divorciando. – insistí. — Gracias a cielo, puedo esperar a que te sientas cómoda con ello, pero podemos ser amigos, pasar el rato juntos – tomo aire. – Que sepas también de mi vida. — Parece que tu sabes mucho de la mía – me mira divertido – No lo veo justo – pensó. — No, no lo es, por eso, sal conmigo, nos conocemos, vemos como van las cosas, sin compromiso Megan, solo amigos – seguía sin entender. — ¿Por qué yo? – sus dientes asomaron. — Porque no, siempre me pareciste divina, cuando juntabas tus cejas, la forma en que rodabas los ojos cuando no estabas de acuerdo conmigo o como mordías la legua para no responderme mal – se acercó – Sin embargo, me gusta más esta Megan, la que puede mandarme al demonio, que no tiene problemas en insultarme, no quiero una sumisa, quiero una compañera. – carraspee. — Es mucha información – me tendió la mano. — Lo sé, puedes que seas tu o puede que no, pero me gustaría averiguarlo, no simplemente pensar en lo que podría haber pasado. Me dio un beso en la mano y me acompaño abajo, durante todo el camino me sonrió y hablo de lo increíble que me veía, cuando subí en el auto mis energías estaban en el máximo, a él le gustaba esta versión, me quería fuerte, segura y le gustaba, le gustaba desde hace tanto tiempo que parecía mentira, porque en vez de verlo a él, me fijé en el imbécil que me había engañado por años. Emprendí camino a su empresa, pasando las calles, pensando en todo lo que quería decir y lo rápido que me quería ir de allí, llegue después de cuarenta minutos gracias al maldito tráfico, estacione en el primer lugar que encontré, baje tomando aire y coloque mis lentes de sol, el anillo de bodas y emprendí camino. Algunos hombres me observaron mientras caminaba con mi cartera y el sobre en mi mano, me baje los lentes y le sonreí al guardia mientras le guiñaba un ojo, me dejo pasar sin preguntar nada, pero solo llegue hasta la recepción, me acerque a la chica rubia que tecleaba con mucha concentración. — Hola, buenos días – sonreí – Necesito ver al señor Pennington – dejo de teclear y me miro. — Buenos días ¿Tiene una cita? – me observo y saque mis lentes. — Bueno, no sabía que su esposa tenía que sacar cita – abrió la boca y miro a todos lados. — La esposa – balbuceo. — Sí, ya sé que viste la noticias, solo vengo a entregar el acuerdo de divorcio – le mostré el papel. — Yo – sonreí. — Tranquila ¿Te han engañado? – mire a la otra chica – ¿A ti? — Sí – dijeron a la misma vez. — Bien, hagamos algo, ustedes dicen que soy una bruja que vino acá exigiendo entrar como su esposa, yo consigo mi divorcio y todas felices – sonreí - ¿Qué dicen? – ambas se miraron. — Nosotras… — Me cambiaron por una supermodelo – hice un mohín. — Bien, es el ultimo piso, tome el pase – la otra chica me lo entrego – Pero por favor… — No diré nada, ustedes simplemente digan que soy una perra maliciosa – sonrieron. — Que tenga suerte – moví la mano. — Si firma, será mi mejor día. La puerta del ascensor se cerro y observe los números subiendo, mi corazón palpitaba frenético mientras esperaba al lado de un desconocido llegar a mi destino. — ¿Es la primera vez que viene? – mire al hombre a mi lado. — Sí, es la primera vez – sonrió. — Me lo suponía – junte mis cejas. — ¿Por qué? – gire para mirarlo. — Porque una mujer así de bella no se olvida fácil – mis mejillas ardieron, pero no me iba a quedar callada. — Me siento halagada, sobre todo de alguien como usted. El sujeto no estaba mal, al contrario, tenía la mirada oscura, cuerpo bien trabajado, piel achocolatada y músculos, muchos de ellos, pero no me interesaba en lo más mínimo, sobre todo porque quería a los hombres a mil kilómetros. Las puertas se abrieron en el ultimo piso y baje junto a él, la chica detrás del escritorio salto de su asiento, primero lo miro a él y luego a mí. — Señora Pennington – balbuceo y el hombre me miro. — Eres la esposa de Ian – junto sus cejas. – Te ves… - arquee una ceja – Diferente. — Ex esposa a partir de hoy – moví el sobre. – Puedes decirle a tu jefe que estoy acá. – el hombre me miro. — Jack Smith, soy el abogado de la empresa – sonreí. — Quizás deberías entrar – la chica me miro. — Dice que pasé – empecé a caminar y Jack también – Sola. El abogado se freno y yo entre sin problema, el escritorio estaba vacío lo que hizo juntar, di dos pasos más y la puerta se cerro a mi espalda, giré para ver a Ian con la corbata floja y la vista nublada, sus ojos pasearon por mi cuerpo mientras tomaba aire. Pelee contra las emociones encontradas y levante las manos poniendo el papel entre nosotros y apartándolo cuando me quiso dar un beso. — Necesito que firme eso – me aleje – En lo posible ahora – junto sus cejas confundido. — ¿Dónde estabas? – hablo de manera ronca y observe la fotografía en su escritorio, éramos nosotros. — Lejos de ti, claro está – volví a mirarlo – Los papeles Ian, tengo cosas que hacer – se acerco y me quede mirándolo. — Te extrañe – su voz fue baja. — Yo no – dije sin pena y mirándolo. — Megan – la suplica salió de sus labios – Necesito explicarte. – me aleje de nuevo. — ¿Qué me vas a explicar Ian? – volví a verlo - ¿Cómo estabas comprometido? ¿Todas las mentiras que seguramente dijiste? – cruce mis brazos – Además de CEO y comprometido, ¿Qué más escondes? – suspiro. — No entiendes nada – paso hasta su rostro – Solo necesito explicarte – negué. — No quiero más mentiras, no las necesito – mi voz salió seca y dura – Firma y acabemos con esto – saco los papeles. — ¿El divorcio? – sus ojos se abrieron - ¿Es broma? – me mantuve seria. — ¿Ves que me rio? – el sarcasmo afloro. — ¿Te he tratado mal? – se acerca. — Sacando esa vez que me gritaste por pedirte tiempo juntos, no, solo fue una vez – me acerque – Seguro eran las mentiras, te puse contra la pared y desquitaste aquello en mí – mi voz salió filosa – Dime ¿Te ibas a follarla a ella? ¿Tengo que añadir los cuernos a mi lista de cosas? – me miro desconcertado. — ¿Qué paso con mi esposa? – balbuceo. — ¿Tu esposa? – sonreí falsamente – Ella murió cuando decidiste humillarla por televisión, murió cuando se dio cuenta de que no la amas, murió cuando te valió poco nosotros – lo miré con desprecio. — Te amo – solte una carcajada amarga. — ¿Amar? ¿Qué sabes tú de eso? – se acercó - ¿Me amabas cuando me pediste casamiento? – miro hacia abajo – Eres increíble. — Lo hice después, con el tiempo, me enamore de ti – se acercó – Te amo, lo hago – lo mire y acaricio mi rostro. Sonreí una milésima de segundos, hasta ver su sonrisa de satisfacción, entonces mi gesto se contrajo de nuevo en odio puro, mis manos se cerraron y lo contemplé fría y distantes. — Es una lástima, un poco tarde, yo ya no siento nada más que asco por ti – me aleje – Firma los papeles. — No lo hare – los saco - ¿Qué quieres? – sus ojos pasaron por las hojas. — No quiero nada, solo te quiero fuera de mi vida y ya – paso al otro apartado y sus ojos se abrieron grandes. — ¿Estas embarazada? – sus ojos bajaron a mi vientres – Vamos a ser papás – balbuceo. — Sí, es claro, si quieres participar bienvenido seas, si no, no hay problema – deje mi bolso en el escritorio. — No dice el valor de la cuota alimentaria – junto sus cejas. — Lo que te parezca bien, si no quieres también, tú decides cuanto – busque un bolígrafo – Solo firma. — No lo hare – suspiro – Megan, por favor, dame una oportunidad, vamos a ser padres, tendremos un hijo, te amo – se acerco y me aleje. — Si quieres revisar los términos con tu abogado por mi esta bien, tienes veinticuatro horas o iremos a mediación, después de eso lo decidirá un juez – camine a la puerta. — No eres la misma – murmuro. — No, soy mejor – lo mire por encima de mi hombro – Lo que pasa es que te molesta no poder verla la cara de idiota. – fui a salir y me frene – Quiero que saques todas tus cosas de mí casa – enfatice lo último. Abrí la puerta y salí con la frente en alto, su abogado se quedó viéndome mientras caminaba para salir por donde entre, las puertas se abrieron, los ojos de Ian estaban clavados en mi cuerpo, toque el botón y espere que las puertas se cerraran para cerrar mis ojos y suspirar. Necesitaba salir de este lugar, llegar a casa, preparar sus valijas y acabar con esto de una vez por todas.
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