—¡Dios mío! ¿También lo hice? —El sarcasmo goteaba de su boca en un intento por hastiarlo y apartarlo de ella Bastian entrecerró los ojos —No sé cuál es tu empeño en alejarme Grecia, no sé porque lo hace si me deseas tanto como yo, digas lo que digas lo veo en tus ojos y es por eso que lo sigo intentando Descolocada trago saliva perdida en sus ojos y asimilando sus palabras, odiaba el hecho de que tuviera razón y que su cuerpo no paraba de recordárselo, sus labios temblaban a escasos centímetros de los suyo rogando por saborearlo una vez más Su voz tembló cuando dijo: —No te conozco Bastian, no sé quién eres, no se absolutamente nada de ti, no puedes esperar que nos sigamos acostando sin ser nada y andar de lo más tranquilo, se suponía que solo seria una aventura de una noche Él cerró