No sé exactamente cuánto tiempo llevo aquí inmóvil. Es el llanto de Mali lo que me hace reaccionar y estirar mi brazo para sujetarme del borde de la cama para así ponerme de pie. La miro y su rostro repleto de miedo me hace ver lo mal que ha estado mi reacción. Me he paralizado y en otro tipo de situación podría haber puesto en riesgo su vida. —Perdóname, hija —son las únicas palabras que salen de mi boca y con mis piernas todavía temblando, me acerco a la puerta para abrir y al hacerlo, allí esta Mykel. Su mirada refleja preocupación y para mi sorpresa Blaz ya no está con él. —Nahía, ¿estas bien? —me pregunta manteniendo la distancia. Yo niego y en medio de un acto de valentía, abro un poco más la puerta para que pase. —¿Puedes tener a Mali? —le pido con mi voz entrecortada y con mu