Tal y como lo propuso él, aquí estamos sentados frente a frente en la pequeña mesa de este restaurante que ofrece unas vistas increíble desde la terraza donde estamos. Me cuesta mirarlo a la cara después de todo lo que ha pasado el día de hoy, en realidad, por la indiscreción que cometí. —Nahia, no tienes que sentir vergüenza —me dice al darse cuenta del silencio que reina entre los dos. —Dijimos que no tocaríamos ese tema —murmuro nerviosa. —Es verdad —dice y sonríe ampliamente—. Entonces, ¿Por qué no me cuentas un poco de ti? Es decir, sé un poco de tu historia, pude leer un poco de tu familia y sé que es numerosa, pero no sé mucho de ti —expresa. —No suelo hablar mucho de mi —defiendo y sonríe. —Me di cuenta —bromea—. Pero ¿Qué te parece si nos conocemos mejor? —sugiere. Debo admi