15 meses atrás, Melbourne, Australia
—¡Has venido!— Escucho que me grita Jota y simplemente me acerco a él y su grupo de amigos para saludarlos.
—No podía rechazar la invitación a esta fiesta, pero guau… no creí que habría tanta gente— Comento mirando a mi alrededor.
—Es una fiesta en la playa, ¿Qué creías?— Intercede Augusto y se acerca a mí con un vaso de plástico —¡A divertirse gringuita!— Dice lo suficientemente alto para que muchos lo escuchen y me toma de la mano para jalarme hasta llegar a la orilla.
—Que no me llames así— Me quejo.
—Naciste en Miami, eres gringa— Insiste y me toma por la cintura —A bailar— Anuncia y es así como nos empezamos a mover al ritmo de la música que cada vez suena más fuerte.
—¿Hasta cuándo se quedarán en Melbourne tú y tus amigos?— Averiguo y miro como sus compañeros están alrededor de la fogata tomando de la botella de ron que trajeron.
—Pasado mañana nos vamos a Fiji, de ahí nos vamos a Bora Bora y luego Nueva Zelanda— Relata mirándome a los ojos —¿Y tú? ¿Dónde te vas?— Me cuestiona animado.
—Indonesia, Tailandia, y luego Nepal… ya después veré donde me lleva mi cámara— Explico animada.
—¡Hay que celebrar!— Escuchamos que grita Jota y se acerca a nosotros con una botella de algo que no sé qué es para luego servimos unos vasos y dárnoslos.
—¿Qué es esto?— Pregunto al ver el líquido de color naranja.
—Aussie Beach Blonde, es típico de aquí—Explica y tanto Augusto como yo, tomamos los vasos.
—¡Esto esta fuertísimo! Es más alcohol que jugo— Me quejo, pero los amigos de Jota y Augusto se acercan a nosotros y empiezan a arengar para que lo tome a fondo.
—¡Nahia! ¡Nahia!— Gritan una y otra vez cuando me quieren dar otro vaso.
Dudo bastante en aceptarlo, pero finalmente lo hago sintiéndome así más animada para bailar, reírme con ellos e incluso hacer chistes muy malos que me llevan a pedir otro vaso. La música se oye cada vez más fuerte y las olas del mar rompiendo en la orilla parecieran ser parte del sonido que nos rodea. Bailo con Augusto, luego con Jota, y sus otros amigos también se turnan para bailar conmigo. La noche es fantástica, llena de risas y un clima perfecto.
[…]
Al día siguiente: 15 de febrero
Una sensación muy molesta me hace abrir los ojos y el dolor de cabeza no me permite reaccionar de manera normal. Trato de adaptarme a la luz del sol que me ciega en esta playa, y al mirar a mi alrededor, me encuentro sola. Me siento sacudiéndome las manos para quitarme la arena y me doy cuenta de que estoy desnuda «¿Qué paso aquí?» me grita mi subconsciente y de inmediato busco algo con que cubrirme, y es ahora cuando me doy cuenta lo mucho que me duele todo el cuerpo.
Consigo mi vestido a unos cuantos pasos de donde estaba acostada, y al intentar colocármelo, me doy cuenta de lo rasgado que esta —No… no puede ser— Murmuro llena de miedo y al intentar colocarme el vestido, mi cuerpo duele. Me miro y observo los rasguños y los morados que empiezan a aflorar en mi cuerpo. Veo mis muñecas, y estas están marcadas como si alguien me hubiera sujetado con demasiada fuerza «no pudieron hacerme esto» Pienso mientras que me dejo caer al suelo y al cerrar mis ojos, imágenes muy confusas vienen a mi cabeza. Soy yo gritando, tratando de escapar mientras que alguien me sostiene boca abajo y luego todo se vuelve oscuro.
Vuelvo a mirar a mi alrededor, y veo a un par de hombres acercándose a esta parte de la playa. Instintivamente me pongo de pie y a pesar de las pocas fuerzas que siento que me quedan, salgo corriendo de aquí para ir a donde deje el auto que alquile —Tienes que irte ya de aquí— Me digo a mí misma y continúo corriendo lo más rápido que puedo hasta llegar al auto y subirme agradeciendo que haya dejado el segundo juego de llaves en la guantera y la puerta sin seguro.
A pesar del dolor, me siento en el asiento del conductor y después de agarrar las llaves, arranco el auto para irme lejos. Tengo miedo, no sé quién ni que me hicieron, pero con solo pensar en esa idea, tiemblo.
«¿Qué voy a hacer ahora?» Me pregunto y es que me siento tan perdida y confundida que no tengo idea de que es lo que debo hacer ahora que todo lo que parecía ser una noche como cualquiera, se transformó en una gran pesadilla, una que ni siquiera recuerdo.