—Rey Gideón —El tono de Alear, el Eternal, era suave, decente—, lamento informarle que ese niño que tomó como botín es mi hijo menor, su nombre es Kieran Astralis. Y si yo se lo di como regalo al Rey Zairan, no puede ser considerado botín... En caso tal, es un cautivo de su reino. —Sobrino, no seas terco. He venido pacíficamente a buscar al niño. Lo que dice Aelar es cierto, él no es un botín... —la voz de Zairan conservaba su tono neutro, pero sus ojos brillaban con astucia—. ¿Acaso yo tengo cautivos de Zythos en Arkenia? Por supuesto que no... todos lograron escapar. Kieran se encogió, aterrorizado, aferrándose al brazo de Jord como un náufrago a un salvavidas. Sus ojos grises suplicantes se encontraron con los del hombre lobo mientras susurraba con voz temblorosa: —No deje que me lle