A pesar del temor que se reflejaba en los ojos de Serenity y Serabelle ante la inminente guerra, un fuego ardiente ardía en sus corazones. Sabían que debían apoyar al rey Gideón y sus aguerridos hombres lobo, pues por primera vez sentían que sus dones servirían para una causa noble y justa. Serenity respiró hondo, decidida a desempeñar su deber como sanadora con valentía, mientras que Belle, con el mentón en alto y los puños apretados, decidió contribuir con su espíritu más valiente que el de su gemela. —Entonces quieres usar un hacha —dijo Gideón, luchando por ocultar su tono jocoso mientras arqueaba una ceja, aunque hizo lo posible por mantenerse serio ante la osadía que brillaba en los ojos de Serabelle. —Sí, te serví de ayuda cuando nos atacaron los hombres de Varkan en nuestro antig