Los ojos de Serabelle se abrieron de par en par al escuchar a Thorger hablar su lengua materna, y una mirada de desconcierto cruzó sus facciones mientras intercambiaba una mirada incrédula con la joven doncella. Un pesado silencio se cernió sobre ellos, solo roto por los lejanos ecos de pasos resonando en los pasillos adyacentes. —Thorger, aprender su lengua —explicó él con una sonrisa satisfecha, señalándose a sí mismo con un gesto de su mano callosa. —Ya veo... —musitó Serabelle, entrecerrando los ojos con recelo mientras un escalofrío le erizaba la piel—. ¿Qué deseas? ¿Me entiendes? —preguntó con cautela, cruzándose de brazos en una postura a la defensiva, mientras disimuladamente retrocedía dos pasos, pensando: «¿Qué quiere este hombre de mí? ¿Por qué me habla? ¿Será que quiere hacer