Poco después de que el guardia les informara que la comitiva del rey Zairan había partido, el Alfa Rey Gideón y su hermosa esposa Serenity se dirigieron a su baño privado para asearse y prepararse para el día venidero. Al ingresar al amplio y solitario recinto, el vapor de agua tibia y aromática los envolvió, mientras un relajante aroma a lavanda y miel flotaba en el ambiente. La enorme alberca de mármol y azulejos reflejaba los débiles rayos de sol matutinos que se filtraban a través de los altos ventanales emplomados. En cuanto se despojaron de sus ropajes, una inevitable atracción magnética los atrajo el uno hacia el otro. Serenity acarició con delicadeza los definidos pectorales de Gideón, sintiendo la firmeza de los músculos bajo sus dedos. Él la atrajo hacia sí con un movimiento pos