Belle tragó saliva de nuevo, nerviosa ante la perspectiva de tocar aquel cuerpo que parecía forjado por el acero y el fuego de las batallas. Pero pese a todo, ella asintió con la cabeza lentamente porque, aunque todavía no se daba cuenta, siempre terminaba obedeciendo a su destinado, así como Serenity lo era con Gideón. —Está bien, lo haré, pero no porque tú me lo digas, es porque... debes estar cansado, luego de haber peleado con la rinoceronte —dijo Belle con una fingida calma, caminando hasta donde se encontraba el frasco de vidrio soplado. Sin más preámbulos, se colocó detrás de Thorger, y le quitó el corcho a ese aceite fragante que parecía traer los aromas de un lejano bosque. Antes de comenzar a masajear, ella le amarró el cabello a Thorger en un moño alto con dedos expertos, reve