Sin esperar ni un segundo más, Thorger le dijo a Belle con su voz grave: —Me vestiré con atuendo de batalla, voltéate si lo deseas. Un rubor casi imperceptible tiñó las mejillas de la joven Eternal al escuchar esas palabras. Tragó saliva con nerviosismo y asintió lentamente, girando sobre sus talones para darle la espalda al capitán del ejército. Su cabello blanco como la nieve cayó en cascada sobre sus hombros desnudos cuando sacudió la cabeza, liberándolo de su recogido anterior. Con dedos temblorosos, Belle comenzó a trenzar algunos mechones de forma distraída, en un intento por calmar sus nervios crecientes. Sabía que detrás de ella, el imponente hombre lobo se estaba desvistiendo. —Puedes vestirte, yo esperaré tranquila. No me afecta —murmuró Belle, concentrándose en su cabello con