Serenity apretó los labios, conteniendo una sonrisa, y cuando se disponía a responder, la imponente figura de Gideón se materializó entre los árboles. El rey lobo llevaba en sus manos un sencillo pero elegante vestido para Serenity, otro más sencillo para Serabelle y algunas prendas para él mismo. —Aquí tienen, vístanse. Yo haré lo mismo —anunció Gideón, depositando las prendas en el suelo con cuidado. —Llegaste rápido, su majestad... —comentó Serenity, sonrojándose levemente ante la perspectiva de cambiarse de ropa frente a Gideón. Aunque ya lo había hecho antes, todavía le causaba timidez. El rey lobo esbozó una sonrisa confiada, asintiendo con la cabeza. —No había necesidad de tardarme —respondió con tranquilidad, y sin pudor alguno comenzó a quitarse la sábana que cubría su desnude