PH narrando
Miré bien a la cara de Renata y me acerqué a la mesa de tortura. Empezaré por su cabello, ya que ella se cree tanto, vamos a ver cómo queda calva. Tomé primero un cuchillo, es demasiado fácil pasar solo la máquina de afeitar. Ella abrió los ojos, sorprendida, y me acerqué a ella.
—Creo que un nuevo corte te sentará bien —le digo mientras ella niega y llora.
—Ten misericordia de mí, PH, por favor. Te amo, por eso hice todo esto —dice y yo tomo un mechón de su cabello y comienzo a cortarlo con el cuchillo. Requiere un poco de trabajo, pero suelta el primer montón de cabello.
—Esto quedará precioso aquí —ella baja la cabeza llorando y sigo cortando—. Dime, Renata, ¿qué pensabas que iba a pasar? ¿Qué ibas a venir y decirme que estás embarazada y que te iba a aceptar como fiel?
