Capitulo 14

1201 Words
Emily Rose. —Nicolás —llamo mientras me estiro para desperezarme en la cama, es raro, las cortinas están cerradas y generalmente él se levanta temprano para ir a nadar a la alberca y volver a la hora del desayuno. —Amor, ¿Te estas bañando? ¿Por qué no me despertaste? Hay mucho silencio. Miro el reloj y son las ocho de la mañana, por lo que ya debería estar aquí en caso de que haya ido. Observo nuevamente la puerta que lleva al balcón y me parece sumamente extraño que esté cerrado aún. —¡Amor! —exclamo y rio a la vez mientras voy caminando a pasos pesados hacia el sanitario imaginando que se encuentra allí. —¿Quieres que te pase la toalla? ¿O prefieres que entre contigo? Me tapo la boca al reírme de misma antes de mirar por la puerta entre abierta queriendo espiarlo.  —¿Nico? —llamo por tercera vez y nada. Entro por completo y no está, pero lo que más llama mi atención es su gargantilla tirada en la mesita al lado de la pileta. Lo tomo en mi mano y un mal presentimiento me recorre el cuerpo, él nunca se despoja de esta, porque es el único recuerdo de su abuelo fallecido.  Además, ¿El no dijo que no saldría hoy? ¿Dónde pudo irse entonces? Camino de vuelta hasta la cama para tomar mi teléfono ya bastante preocupada, es raro que no me haya despertado para avisarme si iría en algún lugar de urgencia, pero tampoco puedo tomar conclusiones precipitadas antes de hablar con él. Digito su número y me manda directo a buzón, lo que es mucho más raro aún. Me siento en la cama tratando de recordar si el mencionó algo, pero no, sé que él no lo hizo, de hecho, quedamos que pasaríamos todo el día en la playa por estos dos días que nos queda aquí en México antes de volver a Cuba a nuestras rutinas. Mi cabeza solo da vueltas, no logro comprender nada. En eso suena mi teléfono y rápidamente contesto pensando que puede ser él, pero la que habla es Helena, mi asistente de la clínica. —¡Hola, Doctora! —dice alegremente desde el otro lado. —¿Puedo pasar por su departamento a buscar el historial que le dije la otra vez? Tengo tiempo suficiente antes de volver a la clínica. No voy a molestar mucho —ríe pícaramente. —Bueno, yo te dije que no estaría disponible estos días —respondo serena. —Además no estoy en casa. —¡Oh, lo siento! —se disculpa en un susurro. —Puedo pasar después de mi horario, bueno, llamare antes, por si el buenorro del Señor Fuentes la deja respirar un rato. —¿Nicolás? —cuestiono al momento al escuchar lo que dice. —¿Qué tiene que ver el en todo esto? —Tranquila, ya la Doctora Jenny me puso al tanto —afirma despreocupada.  —Además lo vi entrar en su edificio temprano cuando venia del gimnasio, seguramente está ocupada, ¿Quién no lo estaría con semejante adonis? La entiendo perfectamente, yo la llamo a la noche para coordinar. —¿Viste a Nicolás entrar a mi edificio? —cuestiono en voz alta. —¿Cuándo fue eso? ¿No habrás visto mal? Digo, ¿No lo habrás confundido con alguien más? —Imposible —dice obvia. —Incluso me saludó, fue temprano hoy a la mañana. —¿Qué dices? —mi voz sale entrecortada ahora, siento mi corazón latir fuerte y no consigo acompasar mi respiración. —Bueno, tú lo sabrás mejor que yo, está contigo ¿No? —comenta en tono alegre y siento que mi corazón se rasga en pedazos. —Creí que volvían hasta el sábado, veo que adelantaron su viaje. —¿Podemos hablar después? —pido ya afligida por todo lo que me cuenta. —Tengo que hacer una llamada urgente. Yo te llamo cuando esté disponible ¿Ok? —Ok —se despide antes de cortar. Me quedo un buen rato mirando la pantalla de mi celular tratando de comprender lo que sucedió y con un nudo en la garganta que no consigo sortear ¿Qué hace el en Cuba? ¿Por qué se fue así sin decirme nada o Helena solo lo confundió con otra persona? ¿Habrá pasado algo con su papa? Sería la única explicación coherente ya que es un hombre enfermo y podría darse la situación que tuvo una urgencia. Camino hasta el armario y temerosa abro el cajón y efectivamente sus cosas no están, nada, ni sus ropas, maletas, absolutamente nada. Tampoco encuentro una nota donde me explica por qué tuvo que ir así de improviso, y el que no conteste el teléfono, aumenta mucho más mi ansiedad. Lo llamo nuevamente y una vez más me manda a buzón. Intento no perder la calma, pero algo en todo esto me revuelve la cabeza, no tengo un buen presentimiento. Decido despejar mi mente con una ducha rápida y después de vestirme bajo hasta la recepción del hotel, como es mitad de semana, hay poca gente recorriendo el lugar, por lo que rápidamente una de las encargadas me atiende. —Señorita ¿Podría decirme si el Señor Fuentes ya canceló la habitación donde estamos hospedados? —pregunto rogando mentalmente que ella me diga que no. —Sí, lo hizo hoy a la mañana —responde después de buscar en sus registros. — Dejó pagado hasta el viernes junto con una reserva de vuelo para usted para ese día que sale después del medio día ¿Necesita algo aparte de eso? —me pasa el pasaje que coge de uno de los reservorios. —¿Dejó alguna nota para mí? —pregunto desconcertada y dolida. —¿Algún recado? —Nada, solamente lo que ya le mencioné —suena apenada, imagino que será por mi rostro contrariado, a lo que yo asiento resignada. Subo nuevamente a la habitación con el pasaje que había dejado para mí y tengo ganas de romperlo en pedazos y tirárselo en la cara. Mis nervios están a flor de piel, y enterarme que tuvo suficiente tiempo de hasta pedir un pasaje para mi antes de irse y no avisarme que iría es demasiado. Empaco mis cosas, las pocas que traje, y salgo del hotel en menos de media hora, no pienso quedarme sola aquí estos días, sin saber de él, sin saber por qué me dejo así cuando teníamos planes, pero, sobre todo el por qué no contesta mis llamados para explicarme al menos lo que sucedió, es lo mínimo que merezco después de que me haya pedido ser su novia y yo haya aceptado. Para mi suerte consigo un vuelo privado que me lleva directo hasta Cuba, no aviso a nadie de mi llegada, tampoco a Jenny, y muchas ganas de hablar con alguien no tengo, por lo que llego a casa a media tarde sin que nadie lo sepa más que solo el portero del edificio. Por alguna razón me siento enojada por su actuar, y decido no volver a llamarlo para darle tiempo a que él lo haga.
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