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Llegué a la oficina, molesto y enojado, no con Lucía, por supuesto que no, sino con quien gastó esa mala broma. ―Gabriela ―le dije a mi secretaria sin detenerme―, necesito que averigües de quién es este número. ―Le di mi celular con el número que había llamado por la mañana―. Que sea lo antes posible. Y llama a Héctor Matta y a mi papá. Urgente. Entré y me senté en mi gran sofá, necesitaba pensar. Recordaba las palabras y los gestos de Lucía, estaba tan triste, decepcionada. Su autoestima era muy baja y esto, seguramente, le había recordado su vida anterior. ¿Quién? ¿¡Quién!? No se me ocurría. Pero estaba seguro que no sería nada bueno. Cuando llegó Héctor, media hora más tarde, se lo comenté. ―Gabriela ―llamé por el citófono―, ¿averiguaste de quién es ese número? ―No, señor, e