Introducción

1889 Words
—Gaia, amor, —escucho la voz de Pax lejos—. ¿Estás despierta? —Mjum –digo más dormida que despierta. Siento sus labios recorrer mi cuello hasta bajar a mis desnudos pechos–. ¡Ahh! –digo cuando siento sus dientes morder mis duros pezones. Baja con sus labios hasta mi centro. Con sus dedos abre lo que sobresale de mis labios vaginales sin abrir mis piernas. Muerde mi monte de venus bajando con su lengua hasta el principio de mi clítoris. Separa mis piernas y con su lengua va despegando el restante de mis labios inferiores para luego pasar su lengua caliente por mi clítoris y chuparlo suave. Con uno de sus dedos esparce mi humedad por todo mi coño y trasero. Pone mis pies en sus hombros dejándome más expuesta para su deleite. Roza la punta de su nariz por mi hinchado clítoris. Mientras su lengua se hunde en mi sexo. Sacando múltiples gemidos de mi boca. Lo hace tan rico. Muevo mis caderas buscando más placer. Hunde dos de sus dedos en mi interior y comienza a simular el coito mientras su boca succiona mi clítoris llevándome a niveles avanzados. No paro de mover mis caderas. Quiero más, saca sus dedos y con uno de sus dedos ya empapados hurga en mi trasero, siento uno y luego el otro mientras él sigue sin dejar de lamer mi coño. De su otra mano usa dos dedos para volver a mi interior. Me sentía llena, completa. El hombre que amo sabe complacerme al máximo. Sigo con mis movimientos mientras él entra y sale de mi buscando que me corra en su boca. Por mi cuerpo corre una corriente única. Disfruto de sus caricias. Me tiene muy excitada. Mis gemidos ya se escuchan por toda la habitación. Siento que me voy a correr en minutos tal vez segundos, no sé, ya perdí la noción del tiempo. —No puedo más. —grito sintiendo mi coño latir de prisa, un calentón corre por mis venas haciéndome explotar en su boca. Me aseguro de que no pare, hundiendo mis dedos en su cabello, tiene una lengua y labios maravillosos. Me llevan al cielo siempre que me da el mejor sexo oral. Mi respiración aún está agitada, mi corazón quiere salir del pecho. Se acerca a mis labios haciéndome probar mi propia esencia. Pone sus dedos en mi boca para que los limpie con mi lengua. Los chupo como si fuera su delicioso pene. —Pax, está buscando un hueco para enterrar a su huesito. –Sonrió y me muerdo el labio inferior. No digo nada, solo siento como su m*****o va entrando en mí. Es tan bien dotado, tan caliente y hermoso. Sus ojos azules se encuentran con los míos. Siento como me va llenando completamente. Es la pieza perfecta del rompecabezas. Comenzó a embestirme poco a poco, como si disfrutara ver mi mirada llena de lujuria y satisfacción. Mis uñas van a su espalda. En ningún momento perdemos nuestro contacto visual. Es el hombre que siempre soñé, buen amante e inteligente. Con un futuro prometedor y es solo mío. Me entrega su alma en cada embestida, detiene sus movimientos haciéndome sentir como su m*****o late dentro de mí. Es el acto más erótico que puedo sentir. Lo tiró a la cama, es hora de que yo sea quien lleve las riendas. Lo escucho reír y eso me llena. —Por eso te amo, muñeca. –declara mientras bajo con mis besos por su pecho. Tomo con mis manos su falo y acerco mi boca a su glande para comenzar a chupar como helado a punto de derretirse. Gruñe al sentir mi lengua lamer toda su longitud. Lo meto hasta dónde llega mi garganta. Él toma mi cabeza para profundizar más. Respiro profundo para comérmelo casi en su totalidad. Lo escucho resoplar maldiciones mientras le hago la felación. Mis manos masajeaban sus pelotas mientras bajaba el ritmo. Él mueve su pelvi buscando su propio placer. Me subo sobre su cuerpo para sentir su longitud en mi sexo empapando de mis fluidos. Un gemido salió de mis labios. Lo sitúo en mi entrada para poco a poco hundirme sentir como entra en mí. Cierro los ojos al sentir su gran espesor entrar. Cuando ya lo tengo completamente dentro. Comienzo a moverme sobre él, mientras él acaricia mis grandes y redondos pechos. Lleva uno a su boca para engullido. Gimo al sentir su lengua jugar con mis pezones. No paro de moverme sobre él. Me tomó por mis caderas para agilizar mis movimientos siento que me voy a correr, mis uñas van a su pecho hundiéndose en sus pectorales. —No puedo aguantar más. –gimo sobre sus labios. Mi sudor moja su cuerpo. —Vamos nena, córrete delicioso. – no termina de decirlo cuando siento el espasmo en mis músculos vaginales. Me detengo, pero él se hace cargo de seguir embistiéndome hasta el alcanzar mi clímax al máximo. Me pone en cuatro patas y abre mis nalgas. Escupe mi trasero y pasa su glande esparciendo su saliva. Poco a poco se hunde en él pasando sus manos por mi clítoris buscando evitarme. —Eso, muñequita, por eso me encantas. – se hunde completamente en mi culo embistiéndolo como si fuera el fin de los tiempos. Araño la sábana, gimo fuerte mientras me embiste. Sus dedos torturan mi sexo haciendo me sentir espasmos. No aguanto más y comenzó a mover mis caderas sintiendo como llegaría de nuevo al orgasmo. —Córrete. – ordena cerca de mi oído. Hunde sus dedos en mi sexo y sin entender como lo hizo llegue al orgasmo en un squirt haciendo que mi cuerpo cayera rendido en la cama. El término en mi espalda llenándome de su esperma caliente. Mordió mis nalgas y cayó a mi lado. Cuando nuestros cuerpos se recompusieron entramos a la ducha para lavar nuestros cuerpos y prepararnos para nuestro día. —Necesito que vayas a la oficina de mi padre hoy a buscar unos documentos. Tengo que ir a Delaware. Pero regreso mañana en la mañana. –Pax arregla su corbata. Es un hombre tan apuesto. Sus ojos azules iluminan mi vida. Es de piel blanca y cabello n***o. Un cuerpo muy bien trabajado. Recuerdo cuando entró a la universidad hace un año atrás, terminaba su carrera en ciencias políticas. Yo era la envidia de toda la uní. El chico nuevo, hijo del senador Thatcher, uno de los más reconocidos por sus proyectos algo controversiales. Fue amor a primera vista lo nuestro. Fue esa conexión que no sientes con nadie más. —Claro, en cuanto salga de mi última clase lo hago. –me comprometo mientras peino mi cabello—. No hay prisa, la secretaria de mi padre te estará esperando, ya le dije que iras por ellos. –aclara dándome un beso en los labios–. Quiero dejar todo listo para la boda, en unos días más serás la señora Thatcher. —Estoy emocionada, te amo tanto. Ya no veo el momento en que te dé el sí en el altar. –comentó sobre sus labios. —No me amas más que a ti. Eres todo lo que necesito para vivir. –Nos besamos con lujuria–. Si no fuera tarde para la reunión, te quitaba ese vestido para hundirme en ti. –toco el bulto de su pantalón. Es tan caliente mi hombre–. ¡Ahh! –gime mordiendo mi labio—. me desquito mañana. Sale del apartamento y siento un vacío en mi corazón. Me termino de arreglar para ir a la universidad y luego a la oficina de su padre. El día corrió rápido. Voy camino a buscar los documentos que me dijo Pax cuando a mi móvil llegó un mensaje. Número Desconocido “Entre la tierra y el cielo nada queda oculto.” ¡Qué rayos! Lo vuelvo a leer y mi corazón comienza a dar martillazos en mi pecho. Vuelve a sonar mi móvil, esta vez con un video. Tapé mi boca al ver el video. En el se observa uno de mis tantos encuentros con el representante Goldberg. —Maldito, mil veces maldito. – vuelvo a recibir otro mensaje con otro video, entre los presentes estaba mi flamante suegro, uno de mis tantos amantes. No quiero ver más. Apago mi móvil. Llego hasta la oficina de Peter, subo hasta el séptimo piso. —Buenos días, señorita Shepar. –saluda la secretaría con una sonrisa en sus labios. —Buenos días, Raquel, ¿Está el señor Thatcher en la oficina? –esta asiente y entro sin que me llegara a anunciar. —Eres un maldito infeliz. –Me mira con una sonrisa de satisfacción en sus labios. —Cierra –Me ordena. Se levanta para caminar hasta el ventanal y mirar hacia la ciudad. —¿Ahora que hice? –prueba mi paciencia. —Estás jugando sucio. –hablo caminando como una fiera hasta él. —Solo tienes que suspender la boda y nadie dirá nada. –aclara tranquilo mientras yo quiero matarlo. —¿Y si no lo hago? –lo reto y me mira. —Te abstienes a las consecuencias. –alega caminando peligrosamente hasta mí. —¿Por qué hasta ahora? –pregunto con lágrimas de impotencia. —Pensé que mi estúpido hijo iba a desistir y te iba a dejar. –concluye ya frente a mí. —Si me delatas puedo divulgar tu secreto también. –Se encoge de hombros. —Es la palabra de una prostituta contra la mía, un senador respetado. No tienes evidencia, de nada. –rio fuerte. —Como mismo existen esos videos, también pueden existir los que necesito para hundirte. –Lo vuelvo a retar. —No lo hagas, Gaia, no me retes. –doy dos pasos para atrás chocando con la pared. Me tomó del cuello ejerciendo un poco de presión–. Esta boca es mía. — Muerde mi labio inferior-. Estas son mis tetas –con su mano libre aprieta mis pechos–. Y este coño solo me lo quiero comer yo. Detesto saber que mi hijo te hace el amor. Eres mi puta y siempre lo serás, Gaia Shepar. Te he pagado muy bien para perderte por culpa del imbécil de mi hijo. —Eres un maldito infeliz. – sonríe sobre mis labios. —Claro que soy un maldito infeliz que consigue lo que quiere, y en este momento quiero que te alejes de mi hijo y vuelvas a ser mi puta. –habla besando mi hombro. —Te odio –niega con una sonrisa en sus labios. —Eso no decías cuando dejaba el fardo de dinero en la mesita de la cama. –muerde mi mentón–. Cuando te daba duro, mientras te comía completa. —dice sobre mis labios. Une sus labios con los míos en un beso lleno de lujuria. Trato de separarme, pero no suelta mi cuello–. Cancela tu boda. Te veo en la noche en el lugar de siempre. Suelta mi cuello y es cuando puedo llenar mis pulmones de oxígeno. Salgo de allí con mis ojos llenos de lágrimas. Solo tengo dos opciones, afrontar el desprecio de Pax o sucumbir a los chantajes de su padre. En ambos casos pierdo a mi amado novio.
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