Por fin había llegado el lunes, Chelsea había pasado todo el fin de semana deseando que comenzara la semana laboral aunque, después del sábado, las razones fueron diferentes, estaba ansiosa por confrontar a Steve, por decirle todo lo que tenía por dentro. Lo que no sabía ella, ni se imaginaba era que él también, tenía muchas cosas que reclamarle; desde esa misma noche de sábado no había podido borrar de su cabeza la imagen de Chelsea bajando del coche de nada más y nada menos que Fred. Él también estaba listo para confrontarla. Dos choques de titanes estaba a punto de suceder. Para la sorpresa de Chelsea, cuando ella llegó, ya Steve estaba en su oficina sentado en su escritorio con las manos entrecruzadas. —Señor Bullock, buenos días, no esperaba encontrarlo aquí tan temprano —dijo ella e