—Debes estar muy enamorada de mi hijo para hacer caso omiso de su pasado, jovencita—expresa el anciano padre de Ewan mientras me mira encantado—¿Por qué no vamos adentro? Hay Whisky y chocolate caliente para todos.
El hombre de nombre Nigel, se ve obligado a ayudarle a su padre para dar media vuelta y subir por una rampa, la cual parece que acaba de ser instalada.
Todos nos adentramos y mi olfato, el cual ahora es más sensible debido al embarazo, percibe un ligero aroma a madera y también a vainilla mezclado con un ligero aroma a viejo, por supuesto nada de eso me causa desagrado, sino todo lo contrario; el lugar me recuerda mucho a una biblioteca o quizás un museo, hay tantas cosas a nuestro alrededor y no dudo que cada una de esas piezas sea un raro objeto de colección, es extraño estar aquí y no solo por la situación que me ha unido a Ewan, sino porque me gustaría averiguar qué historia hay detrás de cada objeto.
A pesar de la enorme sección qué atravesamos, pienso que eso apenas debe ser el principio de aquella antigua mansión, porque pocos minutos después, llegamos a un par de puertas de madera tallada, quizás antigua por los garabatos qué veo y por supuesto, no entiendo.
Al cruzar las puertas me encuentro con una hermosa sala de estar, hay libros, sofás y también un par de enormes ventanales desde los cuales se puede observar una enorme fracción del jardín. Me maravillo ante tantas cosas que observar y tan poco tiempo para hacerlo, pero quizás esas genuinas reacciones mías termina por llamar la atención del padre de Ewan.
—Parece que tienes mucha curiosidad ¿No es así?—deduce y yo sonrió un tanto apenada, pero al final asiento con la cabeza para admitir qué esta casa me ha impresionado más de lo que yo había supuesto al ver la mansión desde lejos.
—La verdad es que Ewan no me dijo que su familia vivía en un castillo antiguo, estando aquí ya me siento como parte de la realeza—bromeó, pero al mirar a mi supuesto prometido, observó qué él no parece estar muy contento con mis respuestas.
—Y te haremos sentir como una princesa—dice el anciano con una sonrisa mientras su otro hijo lo coloca sobre un espacio vacío, en el cual supongo antes había un sofá.
Ewan, mostrándose cortes y caballeroso, me hace una seña para que me siente a su lado en el hermoso sofá de cuero. Y mientras lo hago, siento la mirada de su padre y su hermano, encima de mí.
—Dinos...—expresa Nigel—¿Cómo dijiste que te llamas?
Ese hombre me dirige una mirada seria, aunque severa, de hecho, me parece que él no se ha tragado el cuento de que soy la prometida de su hermano, así que supongo que él debe conocerlo bastante bien como para dudar de él. Aunque igual puede ser que solo sea un imbécil arrogante y por la forma en como me mira e incluso se sienta, yo supongo que es así.
—Isabel—le recuerdo y en ese instante, Ewan desliza sus dedos para tomar los míos y así enlazar nuestras manos, por un momento tal acto me deja un tanto perpleja porque no esperaba que tuviera tal atrevimiento y porque su manos parece encajar perfectamente con la mia.
—¿Cómo es que alguien tan simple como tú conoció a un imbécil como mi hermano?—manifiesta con claras intenciones no solo de hacerme sentir inferior, sino también de ofender a su hermano.
—¿Quieres parar con esto de una buena vez?—le exige Ewan con el ceño fruncido y por supuesto, alzándose un poco de su sitio para levantarse en contra de su hermano.
—¡Silencio!—ordena su padre y de pronto se crea un silencio sepulcral cuando él comienza a toser, víctima de la enfermedad que lo aqueja, yo por supuesto trato de calmar a Ewan colocando mi mano en su pecho, aunque no sé qué tan efectivo sea porque él apenas me mira y bufa por la nariz como un animal enojado, aunque al final aleja su mano de la mia y se cruza de brazos mientras desvía la mirada.
Cuando miro a su hermano, descubro cierta satisfacción en sus ojos, me parece que esto lo hizo con sucias intenciones de provocar a Ewan. Luego de ver aquella escena que se desarrolló en tan poco tiempo, intuyo que la relación entre ambos hermanos está más que rota o mejor, debería decir que son enemigos jurados porque por muy pesado que algunos hermanos se lleven, yo dudo que ambos se lleven de esta forma tan descarada e hiriente.
—Disculpa a mis hijos, Isabel— menciona el pobre hombre más que avergonzado conmigo y por supuesto, les dirige a sus hijos una mirada de reproche por lo que ambos acaban de hacer o al menos hasta este momento es Nigel quien siempre sabe cuando decir un comentario innecesario para provocar a su hermano—se llevan así desde que eran niños, así que no le tomes importancia. Cuéntanos sobre ti, ya que Ewan no nos ha dicho mucho sobre ti.
Por un momento le dirijo una mirada Ewan, quien asiente sin darme una pista de lo que puedo y no decir sobre mi vida, porque en un principio, pensaba en mentir, pero como eso se me da fatal, decidí que decir una media verdad sería lo indicado porque las mentiras solo nos hundirían si yo olvidaba alguna y alguien se daba cuenta de ello.
—Estudie la carrera de administración, me gradúe hace algunos años y estuve trabajando como asistente tres años—menciono como si esto fuera parte de una entrevista laboral y por supuesto, cuando veo que sus miradas parecen esperar más información de mi parte, me aclaro la garganta para continuar—fue una amiga en común quien nos presentó y pues comenzamos a salir.
Miro a Ewan, esperando que las pocas palabras que dije no nos expusieran como mentirosos, pero Ewan no muestra ninguna otra expresión más que una sutil sonrisa casi natural y al menos para mí eso si es ser buen actor porque incluso me da la impresión de que lo que dije es la absoluta verdad sobre nuestra relación.