Capítulo 7.La audición

2152 Words
Bajo del taxi y enseguida tomo una gran bocanada de aire al contemplar el sitio donde aquel tipo me ha citado. Se trata de un hotel, en específico uno de los más prestigiosos y lujosos de Edimburgo. Jamás, ni siquiera por accidente he visto como es por dentro más allá de los comerciales qué solían aparecer en televisión, así que luego de tragar saliva, entro sintiendo qué la ropa que llevo puesta no está acorde a lo que se supone una actriz de categoría debería lucir. Llevo puesto un abrigo, pero debajo de este un vestido blanco, a pesar de que no es precisamente la época para usarlos, pero a Ellie no le importaba usarlos, así estuviera nevando o lloviendo, ella solo quería lucir bien aunque no estuviera del todo cómoda. El vestíbulo es enorme, quizás más grande que mi propio departamento, aunque no me aventuró a caminar tanto porque no quiero aparentar ser una turista o pobre como para estar impresionada de esta manera, así que enseguida le pregunto a un guardia de seguridad donde se encuentra el camino hacia el restaurante y el hombre amablemente me señala el camino y en tan solo un par de minutos me encuentro con un elegante restaurante, lleno y en el cual veo a gente distinguida y por supuesto no sé exactamente quién es el hombre con quien debo encontrarme. Lo cierto es que no me di cuenta exactamente como era aquel sujeto. ¿Viejo? ¿flaco? ¿Horroroso? Quizás de no estar lo suficientemente desesperada, esas cosas me importarían, pero a estas alturas no me importaría qué fuera un gordo y anciano discapacitado, aunque sé que claramente no lo es. —¿Disculpe señorita, tiene reservación?—me pregunta un empleado qué tiene un lindo y elegante traje de color n***o, quizás piense que estoy perdida o algo así porque al ver a las demás mujeres en el lugar, ahora creo firmemente qué me equivoque y traje ropa poco apropiada y no es porque sea extravagante o muy escotada, sino porque las demás personas aquí llevan trajes a la medida en conjunto, con colores pasteles, aunque poco llamativos, así que intuyo qué en realidad este hotel y restaurante es para gente no solo rica sino también muy refinada. —Estoy buscando al señor Ewan Macleod, me está esperando—le explico, pues es lo que aquel hombre me envió en el mensaje con la hora y el lugar donde nos encontraríamos. Suena extraño, pero me hace pensar como si esto se tratara de alguna cita a ciegas y aunque eso en realidad tiene un poco de verdad, esto son solo negocios. —Sígame, por aquí—menciona el hombre mientras da media vuelta y toma una carpeta para llevarla bajo el brazo mientras me conduce entre las mesas. Observo con atención a las personas, sobre todo a los hombres que están solos y entre estos, veo a tres, todos de aspecto pulcro y reservado, aunque solo uno de ellos, joven aunque muy atractivo por lo que desvío la mirada porque no puede ser él; sin embargo, trago saliva al percatarme de que el empleado del lugar me ha llevado justo delante de ese joven de cabello rubio, delgado, pero de espalda ancha. Lleva puesto un par de gafas qué me hace creer que el tipo de bastante culto, pero al momento de situarme a su lado, el joven levanta la vista del periódico en sus manos y enseguida sus ojos verdes me barren de arriba abajo. —Por favor, tome asiento—me dice el empleado y por un breve momento, me encuentro con esa encantadora mirada verde. Trago saliva porque el tipo está más que bueno, es decir... atractivo. —¿Desea ordenar en este momento?—me pregunta el empleado e instintivamente mi mirada se sitúa en aquel hombre. Aún no he abierto el menú qué ha colocado frente a mí, pero ya sé que los precios en este sitio deben estar por encima de lo exorbitante y en mi condición no puedo permitirme un gasto innecesario. —No, por ahora—me digno a decir, suponiendo qué esta cita es más bien de negocios y no exactamente para socializar. —Por favor, traiga lo mismo que yo ordené—interrumpe el joven rubio frente a mí y cuando levanto la mirada hacia él, me percató de que tiene una sonrisa encantadora, aunque tal vez es un seductor, tiene cara de ser uno y desgraciadamente me recuerda un poco a Douglas y su forma de engatusarme, pero a diferencia de Douglas este hombre parece tener bastante dinero. El empleado se va dejándonos solos, lo cual me incomoda en exceso porque no sé qué decirle. —¿Y bien, señorita...?—cuestione interrumpiendo el silencio entre los dos. Reconozco su voz y lo varonil, qué sé escucha al hablar. No sé qué sucede con este tipo qué parece que está hecho para seducir y quizás estafar, algo me dice que no debería confiar mucho en él, después de todo no lo conozco y esta absurda cita es tan solo porque yo tengo curiosidad, no exactamente porque esté tan desesperada para decir que si, sin saber por qué rayos necesita una esposa. —Sinclair—le recuerdo—Isabel Sinclair. —Peculiar nombre. ¿Acaso viene de Londres?—cuestiona y supongo que lo hace para entablar una conversación y hacerme sentir más cómoda en su presencia porque no hay forma de que un apellido como Sinclair provenga de Londres. —No, en realidad—lo contradigo y entonces me aclaro la garganta para poder hacer lo que vine hacer, saciar mi curiosidad—disculpe que lo interrumpa, pero me gustaría saber más sobre su situación, Señor Macleod. Espero que no sea ningún inconveniente, pero es que no alcanzo a comprender como es que un hombre como usted no puede encontrar una mujer que cumpla sus expectativas. —No se trata de que no pueda—expresa ya no con la misma coquetería de hace un momento, sino que parece un poco ofendido—sino de que aún no estoy del todo conforme con un compromiso, el matrimonio es un asunto serio para mi familia y tengo un plazo qué debo cumplir¿Entiendes a que me refiero? —¿Le obligan a casarte y no quiere hacerlo?—cuestiono entendiendo qué tal vez sea un hombre que aún no quiere comprometerse con alguien y en lo que a mí respecta, creo que tiene razón al ser tan selectivo y reservado porque de haber hecho lo mismo, quizás yo no estaría en esta situación y es que tener deudas y estar al borde de una crisis económica es una cosa, pero tener un bebé es una cosa distinta, la verdad es que no sé si realmente estoy preparada para tenerlo, de hecho aún no sé si de verdad quiero tenerlo. —Exactamente—responde con cierto aire de cansancio y molestia—ahora, antes que nada. ¿Podrías hablarme de usted? —¿De mí?—cuestiono mientras lo veo arrellanarse sobre su asiento mientras bebe una taza de café—¿Por qué? —Quiero saber qué tipo de persona es usted y si tiene las cualidades para ser mi esposa—menciona y las palabras que utiliza me hacen creer que tal vez me estoy vendiendo o algo parecido. —No sabía que habría una entrevista—menciono un tanto desconcertada, pero al mismo tiempo supongo que tiene razón ya qué si yo estuviera en su lugar no me gustaría llevar a mi casa a un completo extraño. —Son preguntas sencillas y para entrar en confianza, igual puede no responderlas si le parecen demasiado personales—dice con una sonrisa encantadora mientras una tenue melodía suena en el ambiente. —Claro—expreso, aunque no del todo conforme, ya que no esperaba tener que revelar cosas personales, lo cierto es que ni siquiera espero que me contrate, así que no sé si debo decir una verdad o una mentira. —Hábleme sobre sus pasatiempos—comienza y tan solo con escuchar, eso sé que ya habré fallado en una respuesta porque en realidad no tengo ningún tipo de pasatiempo. —Yo suelo trabajar todo el tiempo, así que en realidad no tengo ninguno más que mi trabajo—admito y es la verdad por muy patético que suene. —¿Situación amorosa?—cuestiona y esa pregunta me da una bofetada seca y recia que me recuerda lo mal que me va en el amor y que por supuesto soy pésima al momento de elegir una pareja. —Soltera—digo sin dar detalles de mi primer y ultimo fracaso amoroso. —Bien, entonces hábleme de su carrera. ¿Qué papeles ha interpretado?—cuestione y de pronto esa pregunta me deja sin habla porque yo le dije que era una actriz para poder concretar una cita y no pensé en crearme una carrera inventada para validar mi mentira. —Y-yo...—me tiembla un poco la voz mientras pienso en algo rápido, pero en ese momento el camarero llega con nuestro desayuno si es que así se le puede llamar, puesto que coloca sobre la mesa un plato tras otro como si esto en realidad fuera un buffet. —Espero que no le moleste el desayuno continental—menciona mientras empieza a degustar uno de los platillos y yo, por supuesto, me siento incómoda y nerviosa, así que aprovecho el silencio que hay entre los dos para pensar en las obras en las que ha participado Ellie Graham. Yo fui su asistente durante un corto periodo si lo comparo con su antigua asistente y mientras trabaje para ella, estuvo en alrededor de siete obras de tres teatros diferentes. —Mi carrera recién comienza, señor Macleod—expreso eligiendo de esas obras solo tres— estuve recientemente en una obra llamada "Margarita" y "Los colores del otoño" así como "Te olvidaré" —Recuerdo esa última. ¿Trabajo en la misma obra que Ellie?—cuestiona y entonces antes de meter un bocado a mi boca me detengo y alzo la vista, no pensé que Ellie le diría acerca de esa obra, de hecho elegí las obras que tuvieron precisamente una temporada corta porque no fueron muy exitosas precisamente para que no sospechara nada, pero no creí que él estaría presente en alguna de esas obras. —N-no precisamente—expreso luego de tragar a la fuerza el bocado de una mini tarta que tome— en esa obra solo fui una suplente. —Entiendo, pero tengo una pequeña duda sobre su relación con Ellie— expresa y me parece que empiezo a sudar en frío. —¿Qué duda?— cuestiono mientras él mira su teléfono. —¿Cómo es que Ellie le dio mi número de contacto?—cuestiona y de pronto siento que mi mentira se ha caído al suelo y yo con ella— la última vez que hablamos me dio a entender que no quería meter a nadie en mis asuntos. —Y-yo no lo sé, supongo que fue porque por el momento yo no tengo trabajo—admito y espero pacientemente su reaccion. El hombre alza una ceja y luego se lleva una mano hacia el menton para meditar sobre el asunto, asi que añado algo mas para no dejar la respuesta a su imaginacion—ademas Ellie me debia un favor y ya que la despidieron de la obra en la que estaba trabajando, no pudo conseguirme un papel, asi que por eso estoy aqui. De pronto el hombre cambia de una expresion pensativa a una mas sorprendida, ya que probablemente no sabia nada acerca de que la despidieron. —¿Y sabes porque la despidieron?—cuestiona interesado en saber mas sobre el asunto y por un lado me alegra que este mas interesado en ella porque de ese modo yo paso a segundo plano, asi como las preguntas que estaba haciendome. —Me parece que el productor tiene una aventura con otra actriz a la cual le dio el papel principal—admito con cierto aire de tristeza y enfado, no solo porque se supone que acabo de darle a entender que Ellie Graham y yo somos muy cercanas , sino tambien porque a causa de esa extraña situacion yo tambien me quede sin empleo. —¿Y has sabido algo sobre ella?—cuestiona y la forma en como lo hace me hace creer que la relacion que tenia con ella iba mucho mas alla de una simple amistad y despues de lo que vi en su habitacion al dia siguiente, supongo que tal vez eran pareja o algo parecido. —Se fue a Londres— le revelo— me parece que ya tenia una propuesta allá, asi que como p**o por el favor que le hice, me dio su tarjeta.
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