Ya cumplía mi segundo mes trabajando como la asistente de Fernando, y fue todo un martirio hacer de cuenta que nada pasaba entre ambos. Yo evité volver a ir a la mansión Orejuela, así que me encontraba con Alejandro en el centro comercial, íbamos a cine, salíamos a algún parque a comer helado, nos íbamos de paseo a La Mesa de los Santos*, o simplemente nos quedábamos en mi aparta estudio viendo doramas. Fernando y yo sabíamos perfectamente lo que estaba en juego si nos llegábamos a enrollar, así que aplicamos la ley del hielo y...nos comportamos como un jefe normal y su asistente, así como en los primeros días que trabajé para él, pero con la diferencia de que él ya no era ese jefe estricto, gruñón e irrespetuoso. Pero si él no quería que yo me enamorara de él, no se estaba esforzand
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