El secretario del CEO, Alonso, se pasó por quinta vez en esta semana por todas las secciones, recordando que está libre la vacante de asistente legal de su jefe.
Al parecer, nadie quería ser el asistente de Orejuela, ni siquiera por el jugoso salario, que era el triple del mío. Yo con un salario así definitivamente podría dejar de preocuparme tanto, ya que mi salario mínimo a duras penas alcanza para pagar mi deuda con el Banco Estudiantil, y lo poco que me sobra es para los pasajes del autobús.
Fue en una tranquila hora de almuerzo en donde me quedé sola en la azotea del Blue Gold, mirando asqueada mi pote de almuerzo trasnochado, que se me ocurrió presentarme para el no tan ansiado puesto.
Un salario mejor me vendría bien, considerando que el mínimo no me alcanza para nada. No cua
