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A delante, hijo. – habló con una resplandeciente sonrisa Hamza. Mandó a llamar a Mustafa, todos en su familia estaban reunidos en la sala.
Mustafa pasó con algo de duda, ellos jamás lo habían tratado tan generosos que le era difícil creer lo que sus ojos veían.
- Estoy aquí como me lo han pedido. – dijo mirando a Hamza sentado a la cabecera de la gran mesa.
- Por favor, toma un lugar. – Hamza sonrió y señaló una de las sillas vacías. – no seas tímido.
Mustafa miró a los lados, cada mirada le daba una sonrisa, pero no la de Zaynep. Decidió sentarse junto a Hamza y de inmediato le sirvieron algo de comer.
- Es para ti. – dijo Defne. – no seas penoso y come, debes de tener hambre.
Las palabras de Defne resonaron como un eco en su cerebro ¿Había escuchado bien? ¿Estaba soñando? No, no era un sueño, todo era real. Pensó que quizás ellos ya lo empezaban a respetar y le dieron un lugar en la familia. Asintió y empezó a comer con mucha educación.
- Come, come, se ve que tienes hambre, cuñado. – dijo Jacobo con mucha amabilidad.
Apenas había comido medio plato, cuando Hamza le dijo sin más que esperar.
- Voy a hacer directo Mustafa, mi amada hija tiene una propuesta que no podemos rechazar. Tú no le puedes dar una buena vida, es por eso por lo que queremos que le des el divorcio en cuanto antes a ella.
Mustafa dejó caer el tenedor ante sus palabras, ahí estaba la trampa. Limpió sus labios, se puso de pie y respondió.
- No, no le daré el divorcio. Fue la última voluntad de la señora Dhasa y la voy a respetar.
Las miradas de todos que antes eran amor y felicidad se transformaron frías y sin emociones.
- ¡Insolente! – gritó Hamza, mientras daba un golpe en seco en la mesa. – después de todo lo que hemos hecho por ti, es así como nos pagas.
- No me pienso divorciar de su hija por más que insista, señor. – Mustafa dejó la mesa y empezó a caminar para la salida.
- Mustafa.. – dijo Zaynep e intentó seguirlo, pero su madre la detuvo al sostenerla de la mano.
- SI VUELVES, HARÉ DE TU VIDA UN INFIERNO, ME ESCUCHASTE, MUSTAFA DEMIR. – gritó con todas sus fuerzas Hamza sin dejar de apuntar con su dedo. – ME ESCUCHASTE, MUSTAFA DEMIR, TU VIDA SERÁ UN INFIERNO. – volvió a decir con más fuerza y él no regresó a verlo.
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Una vez más caminaba solo por el parque a pasos tan lentos, que una anciana logró arrebasarlo. Tomó asiento en su banqueta preferida, sonrió de manera tonta al creer que la familia de su esposa le había tomado cierto cariño, realmente fue un verdadero estúpido al pensar en aquello. Durante tres años de casado con su hija, lo único que han hecho es humillarlo y darle las peores tareas. Quizás si se enteran de que él tiene una gran fortuna cambien su forma de verlo.
- Señor. – dijo Calender, él más que nadie en el mundo sabía que Mustafa visitaba el parque cuando algo malo le sucedía. - ¿Hasta cuándo? – preguntó algo molesto por ver a su señor ser humillado.
- No lo sé. – respondió Mustafa. Cambió de tema y preguntó. - ¿ Cómo están mis padres ? Quiero saber de ellos.
El rostro de Calender se formó entristecido, desanimado y con algo de dolor le dijo.
- Ellos acabaron de morir.
- ¡¿ Qué ? ¿ Cómo pasó ? ¿ Cuándo murieron ?¡ - preguntó con una fuerte presión en el pecho.
- Su madre fue la primera en morir días después que usted desapareciera. En su lecho de muerte lo perdonó. – contó recordando aquel fatídico día, después continuó. – su padre, el señor Demir, murió la noche pasada, de lo único que se lamentó fue no volverlo a ver.
Los ojos de Mustafa se pusieron llorosos, una pequeña lagrima recorrió su mejilla por más que trataba de ser fuerte. Calender lo entendió, era un ser humano y como tal necesitaba llorar. Decidió abrazarlo y le dijo.
- Llore señor Demir, llore. No se guarde el dolor.
- Mis padres, Calender, mis padres. – dijo él tratando de ser fuerte ante la noticia. – no los pude ver, no les dije que los amo, no les pedí perdón.
- Ellos ya lo perdonaron e incluso entendieron que fue un accidente, no fue su culpa. – sacó una carta de su bolsillo y se la entregó. – esto es de su padre, quería que se la entregue.
Mustafa tomó con mucho cuidado aquella carta, como si fuera su mayor tesoro. La abrió y en su contenido decía.
• Querido hijo, escribo estas palabras con mi último aliento. Por favor perdona a tu madre y también perdóname a mí. Te juzgamos por algo que no hiciste, muy tarde entendimos que todo fue un accidente y que no fuiste el responsable de la muerte de tu hermano. Nadie sabía lo que les iba a ocurrir, nadie estaba preparado. Nosotros debíamos estar agradecidos porque se nos devolvió a un hijo, pero en lugar de eso, te despreciamos y te echamos la culpa un sin número de veces. Tarde nos dimos cuenta lo injusto que fuimos contigo. Ese día perdimos a dos hijos, uno en vida y en otro en la muerte. Fuiste valiente al enfrentarte al mundo sin la ayuda de nosotros y es algo que me enorgullece. Mandé a Calender a ir por ti, su deber era traerte y tenerme comunicado. Se que te casaste, pero vives en la miseria con esa familia, ellos no merecen tu bondad, ni mucho menos tu piedad. Regresa a casa hijo y toma el poder que te pertenece, como mi único heredero universal de la fortuna Demir.
Te ama para toda la vida, tu padre y madre.
Unas cuantas lágrimas se le escaparon a Mustafa y mojaron el papel. Dobló la hoja y la guardó en su bolsillo.
- Señor Demir. – dijo Calender. - ¿Vendrá conmigo y tomará el poder que le pertenece? – preguntó curioso, queriendo saber su respuesta más que nadie en el mudo.
- Todavía no. – se puso de pie y volvió a decir. – yo te haré saber cuándo, estate atento a mi llamada. – fueron sus últimas palabras y empezó a caminar solitario.
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Mientras caminaba con dirección a la mansión, pensaba en hacer ese viaje y llevarse a su amada Zaynep con él. Serian felices en su ciudad natal, la trataría como una reina, le daría lo poco que tenía, la llevaría a conocer muchos países, serian sólo ellos en contra del mundo.
Al cruzar las rejas, su felicidad se vio interrumpida cuando vio a Zaynep besarse con Eymen, su exnovio y quien pidió la mano. En ese momento su corazón se rompió, toda esperanza de que lo amara se fue como un dibujo en la playa cuando la ola pasaba de paso. Endureció su mirada, ya no había señal de aquel Mustafa solidario y bondadoso que hacia todo lo posible por ganarse su amor, ya no quedaba rastro de humildad. Aquella familia que lo despreció, humillo, maltrató e incluso lo pisotearon por debajo del perro, iban a pagar con creces, se iban a arrepentir de haberlo conocido, se iban a arrepentir por cada palabra de insulto.
Dejó de ver a la pareja frente a él y decidió salir de la mansión, mientras lo hacía, tomó su celular y llamó a Calender.
- Estoy listo para irme. Prepara el avión, estaré ahí en menos de cinco minutos. – dijo a través de la llamada.
- Buena elección, señor Demir. – felicitó Calender.
Mustafa colgó la llamada y a pasos grandes se fue sin mirar atrás, jurando volver para destruirlos.
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- Idiota, estoy casada. – habló Zaynep y lo abofeteó.
- Ese hombre jamás te dará una vida digna, jamás te tratará como una reina. – dijo Eymen, quien no aceptaba el matrimonio de Zaynep con Mustafa.
- Por favor, lárgate.
- Zaynep ¿Qué rayos te pasa? Tus padres me quieren como yerno, soy un buen partido para ti.
- ¡Lárgate! – gritó molesta
- ¿ Te enamoraste del criado ? – preguntó divertido, era cosa de no creer. Zaynep no respondió, prefirió callarse. – Sí, si lo hiciste. No puedo creerlo, soy rechazado por un maldito mendigo que no tiene donde caerse muerto, un criado recogido por tu abuela. – comenzó a reclamar. – si tu maldita abuela nunca lo hubiera recogido nuestro destino sería otro.
Zaynep no soportó escuchar maldecir el nombre de su amada Dasha, ella lo era todo. Levantó su mano y una segunda cachetada fue a posar en las mejillas de Eymen.
- No menciones a mi abuela. – dijo casi gritando. – Mustafa podrá ser pobre, pero te aseguro que tiene el corazón más noble que tú y que toda mi familia.
- Pero es pobre, pobre. – arrastró sus palabras. - ¿ Lo entiendes ? Lo más que te puede dar son las migajas de la cocina.
- Adiós, Eymen. – Zaynep decidió dejarlo, no valía la pena discutir con él.
Subió hasta su cuarto y de su caja de recuerdos, sacó una fotografía donde estaba ella, su abuela Dhasa y Mustafa sonriendo. Él llegó a su familia de veinte años como el protegido de Dasha, a Zaynep le pareció el chico más lindo de toda su vida, pero la presión de su familia diciendo que era recogido y criado, la obligaron a ignorarlo, hasta prohibir que crucen palabras y miradas. Su adorada abuela siempre le decía.
- Mi peor error, fue criar a tu padre sin la mínima de respeto ante las personas. Y me duele lo que voy a hacer mi querida nieta, pero tienes que casarte con Mustafa, él les dará una lección de vida a todos, hasta el punto de pedirles perdón. No lo maltrates, recuerda mis palabras.
Zaynep muy en el fondo se alegró de aquel matrimonio, pero nunca lo demostró, su familia primero la desheredaría antes de aceptar aquel arreglo. Ella no entendió las últimas palabras de su abuela ¿ Pedirle perdón a Mustafa ? ¿ Cómo lo harían ? Se preguntaba.
Ahora espera sentada en el balcón, esperanzada de que Mustafa fuera al jardín y se recostará sobre césped a mirar la estrellas, mientras ella lo mira a él.