- Zaynep ¿Estás ahí? - preguntó Ada, apenas había llegado de la iglesia. Como no escuchó ningún ruido, se animó abrir la puerta. Ella tenía la gran mayoría de las lleves de cada habitación. La observó recostada en la cama con su mirada perdida, caminó hasta sentarse junto a ella y le preguntó. - ¿Merendaste? - No tengo hambre. - respondió Zaynep negando con su mirada. - No puedes acostarte con el estómago vacío, te traeré algo de comer. - la mujer medio sonrió, le tenía lástima, quiso acariciarla, pero se negó. Olvidando esa idea empezó a caminar para las afueras de la habitación. - Ada. - llamó Zaynep antes que se marchara. - Por favor ¿Puedes dejar la puerta abierta sólo por hoy? Ada la observó con algo de pesar. La muchacha tenía su mirada marchita, siempre la ha tenido, sólo que