Renunciar al trabajo

825 Words
Una vez que estaba en la habitación correcta, Olivia guardó los pantis en uno de los cajones. Retiró la bata de baño y la dejó guardada. Por obviedad ella ahora se iba a quedar con esa prenda, así como Eduardo se quedó con su panti. Colocó nuevas ropas que no alejaban de las anteriores. Chaqueta negra que acompañaba con una blusa blanca y pantalón jeans oscuro. Checó la hora, ya casi eran las 3 p.m. ella tenía que ir a su trabajo, había que renunciar. “Sólo serán dos meses, sólo serán dos meses” se dijo así misma. Mientras bajaba las escaleras, la voz de Andrea la detuvo. - ¿A dónde vas vestida así? ¿Piensas ir a un circo? – espectó con cara asco. Era ella la típica chica prejuiciosa que mataba por unos zapatos de edición limitada. Vestir bien, usar maquillaje brillante era como respirar para Andrea. Olivia ignoró cada palabra y esforzándose por sonreír le respondió. - Voy a renunciar a mi trabajo ¿Si sabes que es un trabajo? - ¿Lo que hace la gente pobre para sobrevivir? - Eres brillante, Andrea. Deberían de darte una estrella en la frente, pero no de oro, sino una de metal que incruste en tu cerebro, a ver si así dejas de estorbar. Andrea se sintió ofendida hasta el punto de ponerse roja. Ella también podía ser brillante como cualquier otra mujer, pero prefiere salir con sus amigas y hacer compras. - Si sabes que vas a vivir aquí temporalmente, ya cuando te vayas no podrás recuperar tu trabajo. Serás más pobre que antes, así que no te malacostumbres a la buena vida. - Lo sé y lo tengo muy presente. Además, de que tu hermano me tiene que dar una carta de recomendación cuando me largue. Olivia tenía que renunciar por dos meses a sus actividades diarias, era parte del acuerdo de divorcio. Pero, durante esos dos meses ella tendría que estar junto a Eduardo como su esposa, ya sea en la empresa como en la mansión. Mariza decidió que sea su asistente y estaba destinado que empezara desde mañana. Andrea recordó a lo que había ido, extendió la mano y entregó dinero. - Mi madre dice que te compres ropa bonita. Si vas a vivir con nosotros por dos meses al menos darás buena presencia. Hay 10 mil en este rollo. Olivia observó la cantidad en las manos de Andrea. Todavía no sabía quién era peor al tratar de humillarla como si ella necesitara migajas o limosnas. “¡10 mil no eran nada!” - Dile a tu mami que le agradezco su caridad, pero no tomaré el dinero. Giró y empezó a bajar las escaleras. Llegaba tarde así, que mejor se limitó a avanzar. - ¡Eres una mal agradecida! ¡Te damos todo en bandeja de plata y no eres capaz de tomarlo! ¡Ruego al cielo para que tu estadía aquí termine pronto! – empezó a gritar en contra de Olivia. - Andrea. – la voz de Eduardo la sobresaltó. - Si, hermano. – respondió suavizando sus palabras. Andrea le tenía mucho respeto que se limitaba a no hacer ruido. Eduardo odia los sonidos fuertes, le dan jaqueca. Eduardo vestía de traje elegante que se veía apuesto. Sólo pudo mirarla con el rostro endurecido diciendo con eso montones de cosas. Dejó de hacerlo y bajo las escaleras, él también regresaba al trabajo. Olivia trepó en su pequeño auto, miró su rostro en el espejo que de casualidad observó a Eduardo subir al coche. Esperó que él avanzara primero, no quería otro choque de autos. Era claro que él no sabía manejar y no sabía admitir errores. “Liv, ya están todos reunidos, te estamos esperando” Tras leer el mensaje, Olivia dejó escapar un leve suspiro. “Dos meses sin poder trabajar” ¡Genial! Cuando al fin lo vio salir, decidió avanzar. No paró hasta llegar a un hospital. Era uno grande y muy reconocidos en todo el país que se ubicaba entre la ciudad de Huntelg, ciudad natal y kroncegh. Estaba en Bondhe. En la entrada una mujer joven esperaba por Olivia. Era Mary, su mejor amiga y mano derecha. - Llegaste a tiempo, Liv. Todos te esperan en la sala de reuniones. – dijo a penas la vio bajar. - Entonces no los hagamos esperar más. Mientras caminaban por las instalaciones, Mary se apresuró a decirle. - Tu padre envió 60 millones y tu abuela 50 ¿Deseas todo? Olivia lo pensó por un par de segundos. - Transfiere todo. – respondió. Si iba a vivir dos meses con los Spencer, iba a vivir bien. Es más, tenía planeado darse un fin de semana relajante después de alejarse de estar con ellos, lo merecía. - De acuerdo, ahora vamos. – se apresuró a tomar de la mano para entrar a toda prisa. - Todos esperan a la directora y dueña del hospital.
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