Los esfuerzos para mover la gran piedra que aparentemente oficiaba como puerta de algún recinto secreto habían sido infructuosos, dada la imposibilidad de traer por el río subterráneo y los angostos pasillos equipos pesados que pudieran desplazarla o en último caso tumbarla. La posibilidad de destrozarla con martillos neumáticos era igualmente improbable por las mismas razones, de modo que sólo quedaba como alternativa realista desatascar el pesado portal separándolo de su marco de piedra con picos, martillos y cinceles y limpiando de detritos la r*****a entre ambos. Un grupo de integrantes de la expedición habían acometido esta tarea con tesón, rotándose cada par de horas. No se podía determinar previamente cual era el espesor de la roca y de los detritos acumulados, pero todo hacía pre
