ADRIANO
Inquietos por el bienestar de Moxi, nos dirigimos al club de striptease que ella poseía. Era una mujer que sabía cómo dominar la sala y entretener como una auténtica estrella. Incluso el último cliente que cruzaba su umbral se convertía en VIP. No importaba cuánto dinero llevaras o tu apariencia; ella te recibía y te trataba con la deferencia de un jefe.
Moxi no era solamente una socia comercial; era una querida amiga y parte de nuestra familia. No podía imaginar perder a alguien tan valiente como ella. Al entrar al club, me encontré con un panorama caótico y el inconfundible olor a pólvora y dulces. Desde las lujosas salas VIP con terciopelo rojo hasta las cabinas de cuero n***o a juego, todo estaba en ruinas. Las cortinas negras destrozadas y los escenarios de la plataforma cub
