Me Perteneces.

Capítulo 7

Ángel.*

Escucho voces a lo lejos, suelto un suspiro sintiendo que mi cuerpo está muy caliente, hace calor, mucho.

Abrí los ojos poco a poco logrando ver a una de las chicas, está a mi lado mientras moja una franela blanca y la coloca en mi frente.

- Majestad que bueno que despierta, estaban muy preocupados. - Dijo sonriendo un poco.

No supe que decir, solo devolví mi mirada al frente, moví un poco las piernas logrando saber que tengo las cadenas una vez más.

- Hace calor. - Susurré mirándola.

Asintió de inmediato, se acercó y quitó un poco la manta, pero negué volviendo a cubrirme.

- Me da frío. - Murmuré sin ánimos.

- Señor ... Le daremos medicamentos, una ducha y comida para que se recupere. - Aviso con entusiasmo.

Solo me quedé en silencio, ¿Para qué querría eso ?, ¿De verdad tiene sentido hacerlo ?, Si muero de fiebre todo acabará y será bueno.

- Así estoy bien, solo déjenme dormir. - Pedí girándome a darle la espalda.

- El señor de la casa está muy preocupado, cuando cayó enfermo él también lo hizo, aunque para él un resfriado así no es mucho pero también está mal ...

- No me interesa. - Dije fuerte apretando la mandíbula.

- No me importa ... Solo quiero irme. - Susurré haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas.

Se quedo en silencio y salió de la habitación dejándome solo. 

No sé cuánto tiempo he estado dormido, solo que tengo fiebre muy alta pero también mucho frío como para quitarme la manta.

La puerta se abrió una vez más dejando ver las tres chicas, una trae una chola grande y la otra una más pequeña.

- Majestad nosotras solo seguimos órdenes por favor apoye a que sea sencillo. - Pidió la de cabello n***o mirándome a los ojos.

Solo mantuve mi mirada desviada para después asentir. Se acercaron ayudándome a sentarme, siento que tengo la cara completamente roja gracias a la temperatura.

Al sentarme nota que tomó otra vez esa camisa blanca, hice una mueca al saber que es suya, no la quiero.

- ¿Puedo cambiarme de ropa? - Pregunté.

- Puede hacerlo solo que no hay pijamas de su talla, solo le queda usar esas camisas de algodón de su señor. - Dijo la rubia.

¿Mi señor ?, Él no es nada mío, no me interesa quien sea o que haga.

- Majestad ...

- ¿Podrías no decirme así ?, No soy un rey ni nada parecido. Soy un ser humano. - Dije mirándolas.

Las tres se miraron y suspiraron.

- No, usted es un Omega, es la pareja eterna del rey eso indica que debemos tener respeto. - Dijo la de cabello n***o.

Baje la mirada ... No me tienen respeto porque quieran sino porque él les obliga, no las culpó si le temen después de todo yo también lo hago.

Una de ellas fue directo al baño a preparar la tina con agua helada pasa lograr que la temperatura baje mientras las otras me preparan la ropa.

- ¿Puede colocarse de pie majestad? - Pregunté quitándome la manta.

Asentí no muy seguro, me retiraron las cadenas e intente levantarme cosa que fue muy lenta. Poco a poco comencé hasta que lo logré.

Me ayudaron a llegar al baño y me iban a quitar la camisa pero me aferré a ella haciendo que bajen la mirada.

- Quisiera hacerlo solo. - Susurré sin mirarlas.

- Bueno - Suspiro - Pero estaremos afuera por si necesita algo. - Dijo para después salir las tres.

Con cuidado de no caer me senté en la tina, hice una mueca soltando un jadeó que hizo que tocaran la puerta de inmediato.

- ¿Todo bien? - Preguntaron las tres al mismo tiempo.

- Si. - Respondí sin más.

Me sumergí en el agua cerrando los ojos, intentando que el dolor que tengo en la cadera disminuya. Me quedé ahí hasta que lo hice, estiré mis piernas notando los moretones que tengo en ellas ... Apretaba muy fuerte.

Baje la mirada y negué soltando lágrimas sin poder seguir soportando tal cosa, ha sido horrible ...

Ulises. *

Limpio mi nariz debido a la queja que me dió, no puedo creer que se haya enfermado ... De haberlo tapado antes de salir de ahí como un loco ... Maldición principalmente no debí haberlo tocado de esa manera tan horrible, quería algo especial , deseaban que nos tocáramos con amor y lujuria ... Pero lo arruina, dejen que el enojo me lleve a tal punto de último momento de esa manera, sin tener que pensar que ahora el pecho me duele demasiado y que quiero llorar ... No hijo mis sentimientos, son solos suyos.

La puerta se abrió y Alberto entró, se sentó frente a mí mostrando el paquete de pastillas para quitarme esto, aunque se que voy a curarme una vez que Ángel lo haga.

- ¿Qué tal está? - Murmuró cruzándose de brazos.

Hice una mueca, está mal.

- Triste, deprimido, enfermo, con fiebre, le duele el cuerpo ... Quiere llorar quizás hasta quedarse sin lágrimas. - Susurré tuvo mis manos a mi rostro.

Soltó un largo suspiro y se recargo en el escritorio.

- Debes hacer de inmediato que sus sentimientos cambien Ulises, te corriste dentro de él me imagino ... Si está embarazado y deprimido perderá al cachorro. - Dijo preocupado.

Mis ojos se abrieron y me levantaron de golpe dispuesto a ir a verlo y pedirle perdón, no puedo permitir que nuestro primer cachorro muera, él será el rey o ella.

Alberto me detuvo de inmediato haciendo que frunza el ceño.

- Tranquilo amigo, verás acabas de violarlo hace poco obviamente ahorrado te va a tener miedo. Necesitas acercarte poco a poco. Pide que las empleadas se hagan sus amigas para que te digan que le agrada. - Aconsejó.

Volví a sentarme y me puse un pensamiento en todo lo lindo que podríamos pasar si está embarazado ... Pero si se da cuenta de tal cosa, ¿Cómo va a reaccionar ?, ¿Va a odiar al bebé ?, No, no puedo hacer eso es nuestro hijo y debe amarlo, tenerlo y cuidarlo para seguir seguir dándome más cachorros, amarme, tratarme como su hombre así como él es mío.

- Bien, solo esperaré unos días. Quiero guardias fuera de la habitación, que el doctor venga a verlo diario y que se alimente como debe de ser. Si quiere algo háganse cargo de que tenga. - Ordené firme.

Me dio una afirmación y se colocó de pie saliendo.

Se que puedes amarme tanto como yo lo hago contigo ...

Espero que les guste.

Gracias por leer.

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