Emma
Aquella noche cuando Emma se tumbó en su cama, no podía dejar de darle vueltas a lo que Luke le había dicho. Su compañera. Así la había llamado y le había dicho que lo había sabido todo ese tiempo desde el comienzo.
Maldita sea.
Por una parte, se había sentido feliz e ilusionada, pero por otro, la parte racional de ella le decía que iban demasiado rápido. Que todavía no se conocían lo suficiente. ¿Y si las cosas terminaban resultando mal? ¿Y si al final, Luke descubría que se había equivocado, que no era su verdadera compañera y terminaba con el corazón roto?
Necesitaba pensar. Malditamente que lo necesitaba.
Su teléfono vibró sobre su escritorio. No tenía ganas de leer el mensaje, pero al mismo tiempo, le preocupaba que pudiera haberle pasado algo a Belinda. Es decir, sabía que ahora su amiga se encontraba en medio de algo importante. ¿Y si, por algún casual, la necesitaba?
Vale, era una excusa patética. Solo quería tener un motivo para leer el mensaje de Luke; porque estaba segura de que se trataba de él. Siempre era él.
Con esa idea, se levantó, se acercó el teléfono y leyó la pantalla.
Luke: ¿qué te parece si salimos en unos días para dar una vuelta?
¿Una salida? Eso sonaba bien, aunque le preocupaba un poco como irían las cosas. Se mordió el labio mientras se debatía sobre cuál era la respuesta correcta a la invitación. Quería ir, no podía negarlo. Sin embargo, también sentía cierta preocupación ante la situación en la que se encontraban. Casi se sentía tentada a buscar consejo. Casi.
Decidió dejarse llevar.
Emma: Me parece bien. ¿Ya sabes a dónde iremos?
Él respondió al instante:
Luke: Es una sorpresa.
Una sorpresa… Solo esperaba que no se tratara de una cama, por el momento.
Rápidamente le respondió y esperó de nuevo su respuesta. El sonido de una puerta, seguido de varias voces, le aseguró que Leah había regresado a casa. El teléfono volvió a sonar y esta vez, no pudo evitar sonreír ante el mensaje de Luke.
—Supongo que estaremos en esto un tiempo.
18 de noviembre de 2002
Emma sonrió mientras caminaba con Luke. Estaba siendo un día agradable y disfrutaba de la compañía que tenía. En ocasiones, no podía dejar de pensar en la conversación que habían tenido en el apartamento de Luke sobre el asunto de ser compañeros, pero eso había prácticamente en lo único que había pensado en los últimos días. Así pues, había decidido vivir el momento. Disfrutar de todo lo que pudiera traerle su tiempo con él y dar un paso a la vez.
De nada le servía darle vueltas a una situación incierta. La palabra compañera le hacía estremecer y agradecía que Luke no hubiera vuelto a sacar el tema entre ellos. Era consciente de que, en algún momento, tendrían que volver a hablar de aquello. Simplemente no estaba lista todavía.
El pulgar de Luke acarició el dorso de su mano en un continuo movimiento suave. Era muy dulce de su parte que quisiera recogerla después de clases y de paso, llevarla a algún sitio. Él sonrió, causando su curiosidad.
—¿Qué pasa?
Luke la miró de reojo.
—No sé. Sentía que me estabas mirando.
Emma hizo una mueca.
—¿Te molesta que te mire?
—No —respondió sin dejar de sonreír—. ¿Acaso no ves cómo sonrío cuando lo haces? Me encanta que lo hagas, al igual que me encanta mirarte. Jamás dejes de hacerlo.
Ella sonrió. Era muy dulce.
—No creo que haya alguna vez en la que deje de hacerlo, así que lidia con ello. —Eso era un hecho. Él era increíblemente apuesto, para ella y le era imposible apartar la mirada cada vez que lo tenía delante.
Luke rió en voz alta y besó su mano. Su mirada prometía pasión. Una pasión que ella estaba dispuesta a degustar de todas las formas posibles y en todas las posturas posibles que pudiera tomar. ¡Maldición! ¡Con él cerca no podía pensar en otra cosa que no fuera en estar desnudos!
De repente, el cuerpo de Luke se detuvo, provocando que ella también se detuviera. Observó como su nariz se dilataba y un gruñido ronco salía de él.
—Emma…
Sonrió.
—¿Sí, Luke?
Se giró para observarla. Sus ojos se estrecharon.
—¿Por casualidad estás excitada?
Su sonrisa se amplió y un brillo divertido se dibujó en sus ojos. En momentos así adoraba como Luke se ponía en modo caliente lican. Su voz se volvía más grave, sus movimientos algo más ásperos y la pasión que resultaba de todo aquello le era irresistible. Incluso se sentía más húmeda en las zonas correctas.
Se sentía peligrosa.
—¿Te gustaría que lo comprobáramos?
Luke volvió a olfatear, esta vez de una forma más ruidosa y observó a su alrededor. Luego, la tomó nuevamente de la mano y la condujo unas calles más adelante, hasta que llegaron a un callejón estrecho y escondido entre dos calles.
Sin avisarla, apoyó su cuerpo en la pared del callejón y luego, empujó su propio cuerpo sobre el de ella, acorralándola. Un gruñido suave salió de su garganta cuando su boca caliente se unió con la de ella y su lengua se deslizó entre sus labios entreabiertos. La devoró sin miramientos, de una forma hambrienta y apasionada que la tuvo temblando en cuestión de segundos entre sus brazos.
Sus lenguas se cruzaron. Luke mordió su labio inferior y luego lo lamió. Ella tembló de nuevo e imitó la acción en medio del calor. Otro gruñido salió de él. Ronco, bajo, como si estuviera sufriendo.
Sus manos empezaron a recorrerla por todo el cuerpo, adorándola, hasta que se apretaron en sus caderas, alzándola del suelo. Al instante ella se agarró a sus hombros, apretándolo más hacia ella como si fuera la única bocanada de aire que necesitara para existir. Lo necesitaba más cerca. Mucho más.
Las piernas de Emma se alzaron y rodearon las caderas de Luke, sin importarle que su falda se hubiera levantado y que su ropa interior quedara expuesta. Ella gimió cuando sintió la sensación de su m*****o rozarse sobre su sexo; él jadeó. Se aferró a él con todo su ser. Luke la enloquecía mientras mecía las caderas lentamente en un continuo vaivén que sacaba toda la mierda de ella.
Simplemente no podía tener suficiente de él. Nunca podría.
Ella lo besó frenéticamente, como si nada importara más que el sentir sus labios y su lengua contra ella. A lo lejos, el sonido de los coches y las personas, se convertían en murmullos sin importancia. Ya nada importaba.
Volvió a gemir. El placer la atravesó de lo duro que él estaba y, pronto, la cabeza comenzó a darle vueltas. ¡Dios! Aquello se sentía primitivo, caliente y malditamente bueno.
Como si la hubiera escuchado, Luke se alejó de ella y la observó. Emma tenía la respiración hecha una mierda mientras abría los ojos y las bragas demasiado empapadas. Volver a casa con la ropa interior así sería muy incómodo, aunque no es que le importara después del momento que estaba viviendo con él.
Luke volvió a dejar caer la cabeza sobre ella, pero esta vez, evitó su boca. Paseó sus labios por todo su rostro, dejando pequeños besos por todas partes. En la frente, las mejillas, la nariz… Luego, fue bajando por su cuello donde besó, mordisqueó ligeramente y luego lamió. Ella quiso gemir de placer.
—Luke…
Él mordisqueó suavemente su cuello antes de lamerlo una última vez. Gruñó ligeramente.
—Simplemente no puedo tener suficiente de ti.
Ella jadeó.
—Ya somos dos.
Luke rio entre dientes.
—Estoy demasiado tentado a llevarte a mi casa. No estamos lejos y me encantaría adorar tu cuerpo.
Ella estaba totalmente de acuerdo con eso. No podía negar que la idea la atraía y que le encantaba. No obstante, aquel día había prometido a Leah que pasaría la tarde con ella, después de su salida con Luke. Leah era su hermana y hacía tiempo que no pasaban tiempo juntas.
Desde que lo conocí a él.
No podía hacerle eso.
—Sabes que no puedo —dijo muy a su pesar—. Le prometí a Leah que pasaríamos la tarde juntas, cuando termináramos con nuestra salida.
Luke suspiró y la instó para que separara las piernas. Ella lo hizo, sintiendo al instante la perdida de contacto. Luego, la depositó suavemente en el suelo y cuando la soltó, retrocedió un paso.
—En otro momento, entonces —dijo él.
Ella asintió, sorprendida con la serenidad con la que se lo estaba tomando. Había pensado que se enfadaría o algo por el estilo. Es decir, su ex siempre se había enfadado cuando cambiaba de planes, aunque, claro, Luke no era su ex y tampoco debía compararlos. Eso no estaba bien.
—En otro momento —afirmó.
Luke le sonrió y le ofreció la mano, que ella tomó sin dudarlo. Le gustaba todo tiempo de contacto con él, fuera físico o no y parecía que él sentía lo mismo. Antes de salir, se ajustó la falda y observó como Luke se ajustaba su mochila sobre su hombro antes de echarle una última mirada.
—Estás hermosa.
Ella le sonrió.
—Tú también.
Luke le devolvió la sonrisa.
—Sí, pero tú te ves mucho más irresistible con las mejillas sonrojadas, los ojos brillosos y los labios hinchados por mis besos. —Se inclinó hacia ella—. Es algo que nunca me cansaría de observar.
Comprendía el sentimiento. Ella tampoco se cansaba de observar a Luke con el rostro fruto de la pasión. Era algo simplemente hermoso y estaría encantado de repetirlo en todo momento solo para poder volver a verlo.
Luke
22 de noviembre de 2002
Luke miró alrededor de la calle. Todo estaba oscuro y no había humanos por ningún lado. Observó a su compañero, que lo miró de vuelta y asintió antes de olfatear con el hocico a su alrededor. Estaban completamente solos.
Los pensamientos de Luke fueron a parar a Emma, la echaba de menos. Su lobo quiso gruñir lastimosamente y salir corriendo a buscarla como un cachorro desvalido. Hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no ir a por ella.
Había pensado que sería fácil estar lejos de ella, pero cada minuto que pasaba se hacía más y más difícil que no quisiera reclamarla y hacerla oficialmente su compañera. A veces los instintos podían ser una mierda. El solo recordar la textura de su piel, sus besos, su rostro fundido en el deseo… Todo en él exigía que la hiciera suya.
Eso lo asustó en cierta forma, ya que nunca había sentido a su lobo tan fuerte como en aquel momento. Pidiendo a gritos que no esperara y que la tomara sin importar las represalias.
Fritz le gruñó ligeramente; Luke entendió lo que quería decirle. >.
Movió la cabeza hacia el cielo y olfateó. Su Alfa había duplicado las patrullas junto con las de las otras dos manadas para asegurarse de que no había más casos de personas siendo atacadas por otros subterráneos.
Por desgracia, no podían contar con la ayuda de la manada de Asher, pero su hijo, Daniel, había accedido a ayudarlos. Era un buen hombre. Tenía honor y había demostrado ser de confianza, a diferencia de su padre. Todos esperaban que se hiciera cargo de la manada lo más pronto posible.
Siguió el movimiento de Fritz y se dirigió hacia un callejón cerrado. Ahí ambos hombres empezaron a cambiar. Luke sintió un escalofrío mientras sus huesos sonaban y cambiaban. El cambio siempre era así. Sentía como su pelaje retrocedía y como la forma de su cuerpo cambiaba. Con un suspiro, comenzó a vestirse.
—Esto está siendo una auténtica mierda —se quejó Fritz—. No dejamos de hacer rondas y casi no encontramos nada. Empiezo a creer que no vamos a encontrar a quien está suministrando la droga.
Luke estaba de acuerdo con él. También había empezado a perder las esperanzas de encontrarlo, aunque tampoco es que le importara mucho. La imagen de Emma apareció en su cabeza, una vez más. La extrañaba.
—¿Cómo te va con la humana?
Él levantó la cabeza para mirarlo. Fritz ya se había vestido. Frunció el ceño.
—¿Por qué lo preguntas?
El hombre se encogió de hombros con desinterés.
—Lo último que me contaste de ella fue que es tu compañera. Tengo curiosidad.
Luke destensó los hombros, que en algún momento se habían tensado. A lo mejor hablarlo con él le ayudaría a encontrar una solución a su problema.
—Cada día es más difícil contenerse —suspiró en lamento—. Cuando estoy con ella, mi lobo solo quiere morderla y hacerla mi compañera.
Fritz palideció con una mueca.
—¡Mierda! —exclamó—. Eso debe ser jodido.
Asintió. No tenía ni idea de lo difícil que era contener sus instintos. Estar con Emma se le hacía a cada momento más y más complicado. ¡Maldición! Ya se sentía adicto a su olor.
—¿Ya lo sabe ella?
Asintió nuevamente.
—Lo sabe. Yo mismo se lo terminé contando.
—¿Y qué te ha dicho ella?
Una punzada de dolor cruzó su pecho. No le gustaba pensar en eso.
—No se siente preparada.
—Mierda. Eso debe de estar siendo un infierno para ti.
—Lo es, pero no pienso obligarla a ser mi compañera —decidió—. Esperaré todo lo que haga falta hasta que ella acepte por su propia cuenta.
Fritz resopló.
—No sabes lo que me alegra no tener una compañera en este momento —aseguró—. Hombre, yo no podría tener tanta paciencia. Si algún día encuentro a mi compañera, pienso morderla mientras la jodo sin pensar en las consecuencias.
Luke lo miró. Él no estaba de acuerdo con su amigo. Tener una compañera era maravilloso y algo muy especial. Y, por eso mismo, Emma se merecía tener un compañero que la valorara y respetara sus sentimientos.
—Simplemente cumpliré con los deseos de Emma. Ella es lo único que me importa.
Fritz apretó su hombro y le sonrió con compasión.
—Suerte con eso, hombre.
26 de noviembre de 2002
Las caderas de Luke golpearon contra el culo de Emma. Un nuevo jadeo salió de ella que lo impulsó para corcovear las caderas con más fuerza. Podía escuchar sus propios gruñidos y los leves jadeos que soltaba acompañados de los gemidos de Emma. Cerró los ojos mientras sentía como el cuerpo de ella se estremecía debajo del suyo propio antes de dejarse llevar a sí mismo a la liberación.
El cuerpo de Emma cayó laxo sobre la cama y él enterró el rostro en su cuello, sintiendo la necesidad de morderla con fuerza. Las encías le dolían y su cuerpo se tensó. Quería marcarla.
Haciendo uso de toda la fuerza de voluntad que le quedaba, Luke se separó de ella y se alejó para tirar el condón en la papelera del cuarto de baño. Rápidamente se lavó las manos y miró hacia la ducha. Estaba transpirando. Había tenido suerte de no transformarse parcialmente mientras la tenía bajo su cuerpo, pero la necesidad había estado ahí. Había querido morderla.
Dudó entre la idea de tomar una ducha o regresar con Emma a la cama. Quería volver con ella, pero temía que volviera a tomarla si no se calmaba primero. No estaba seguro de poder evitarlo una segunda vez en tan poco tiempo. Decidió tomar una ducha.
Luke se giró y abrió la llave del agua fría antes de meterse debajo del chorro. Eso lo calmó un poco, pero no demasiado como para bajar todo el calor que sentía. El agua fría tensaba su cuerpo y al mismo tiempo bajaba su lívido en cierta medida. Escuchó los suaves pasos de Emma a su espalda, no obstante, no abrió los ojos. Tenía que mantener el control.
Una exclamación salió de los labios de ella cuando abrió la puerta de la ducha.
—¡Por Dios, Luke! —exclamó—. El agua está congelada.
Él abrió los ojos y giró un poco la cabeza para mirarla. Emma se abrazaba a sí misma con sus suaves brazos y parecía tener frío. Un peso cayó sobre su pecho. Rápidamente encendió el agua caliente y esperó unos segundos antes de hacerse a un lado para que ella pasara.
—Ya está más caliente.
Emma miró el agua y tendió una mano delicadamente, no muy segura del calor del agua. Cuando comprobó que estaba a una temperatura agradable, saltó dentro de la ducha. Luke sonrió. Su Emma era adorable. Su dulce cuerpo rozándose con el de él. Al instante su m*****o se levantó como una bandera, deseoso de tomarla de nuevo.
Él tomó el champú, tratando de ignorar por completo los instintos primarios que tiraban de él y vertió un poco en su mano antes de enjabonar el cabello de Emma. Ella suspiró con satisfacción, haciéndolo tragar un gemido de agonía.
¡Maldición! Emma era demasiado tentadora. Demasiado… Argg. Simplemente no conseguía tener suficiente de ella. No obstante, había hecho una promesa. Tenía que controlarse, aunque su vida dependiera de ello.
—Eso se siente agradable.
Su polla se irguió una segunda vez, deseando enterrarse en su interior. La ignoró -de nuevo- y, en su lugar, la ayudó a aclarar su cabello. Cuando terminó, dudó sobre enjabonar su cuerpo. Era demasiada tentación. Cerró los ojos e intentó centrarse en otro tipo de cosas mientras cogía el gel de baño. Ella tomó su mano para detenerlo. Miró sus ojos grises mientras le sonreía.
—Quiero ayudarte también.
Luke contuvo un gruñido. Definitivamente, su Emma planeaba matarlo.
Por un lado, quería sentir las manos de Emma sobre su piel, pero por otro, sabía que no era debía permitirlo en ese momento. Los ojos de ella se abrieron y la observó contener el aliento cuando lo miró de frente. Lo había descubierto. Para su sorpresa, una nueva sonrisa se dibujó en el rostro de Emma, junto con un brillo travieso en sus ojos. Ella se inclinó para tomar el gel de baño y vertió un poco es su mano mientras lo miraba.
El cuerpo de Luke se tensó bajo el toque de sus manos. Ella rastrilló ligeramente en su estómago y bajó en él. Tuvo que contener un gemido. Su boca se abrió sintiendo como sus dientes se alargaban ligeramente. No sobreviviría bajo su tacto sin morderla.
Las manos de Emma lo apretaron y se movieron sobre él de una forma alentadora. Luke inclinó la cabeza hacia atrás y cerró ligeramente los ojos sintiendo como sus manos sacaban un infierno en él. Iba a morir en el cielo. Su cuerpo se tensó bajó su toque. Su estómago apretado. Antes de que pudiera seguir torturándolo y sacar toda la mierda fuera de él, la detuvo por las muñecas.
Él permaneció en silencio unos segundos y respiró por la boca, intentando contener a su lobo y su lujuria, de paso. Gracias a Dios que apenas podía percibir un leve olor de deseo en Emma, si no, no habría podido contenerse.
—¿Luke?
La dulce voz de Emma llegó a él y nuevamente sintió el deseo de lanzarse sobre ella para tomarla. La quería demasiado. Luke soltó sus muñecas y se echó hacia atrás sin poder mirarla.
—Termina de ducharte tú, yo tomaré la otra ducha.
Emma frunció el ceño, confundida.
—¿Por qué tomarías la otra ducha?
No respondió.
Luke salió de ahí sin mirarla y sin importarle que pudiera mojar el suelo. La voz de Emma lo llamó a lo lejos, sin embargo, él solo podía pensar en mantenerse alejado de ella. Los instintos podían llegar a ser una mierda cuando había algo que se interponía por medio.
Necesitaba alejarse de Emma. Por el bien de ella… y por el suyo propio.
Emma
3 de diciembre de 2002
Emma tocó el timbre de la casa de Luke. Nadie respondió.
—Maldito seas —masculló.
Levantó el puño para golpear la puerta. Estaba decidida a que Luke abriera la maldita puerta. Pegó una. Luego dos veces; hasta que él se decidiera a abrirle. Antes de que pudiera volver a golpearla, la puerta se abrió por fin. Emma soltó el aire muy lentamente mientras observaba el rostro taciturno y cansado de Luke.
Le sorprendió las leves ojeras en su rostro y la apariencia descuidada que tenía. Podía vislumbrar leves rastros de barba en él y se veía algo pálido. Se preocupó.
—Luke, ¿estás bien? —preguntó mientras buscaba si estaba herido por algún lado. Luke le había contado que hacía rondas para patrullar alrededor de su zona de Londres. No entendía porque existían cuatro manadas siendo Londres del tamaño que era, pero tampoco importaba en ese momento—. No has respondido a mis llamadas en días. ¡Pensaba que te había pasado algo!
La mirada que le devolvió Luke, la perturbó. No parecía él.
—No quise hacerlo.
Sus cejas se arquearon con incredulidad.
—¿Perdona? Creo que tengo que limpiarme los oídos porque he escuchado que no querías hacerlo.
Luke hizo una leve mueca. Le asustó la imagen desolada y melancólica que transmitía.
—Es lo que has oído. No he querido coger tus llamadas. Tampoco he querido llamarte o escribirte.
Sus palabras escocieron dentro de Emma justo como si le hubiera golpeado un martillo calentado en piedra. Sintió como su rostro se retorció en una extraña mueca.
—¿Me puedes explicar por qué no quieres hacerlo? —intentó sonar calmada con la esperanza de no alterarlo, aunque en aquel momento, Luke parecía difícilmente alterable y ella, en cambio, se encontraba a punto de estallar como una bomba de relojería—. ¿He hecho algo que te ha molestado? ¿Es por mis chistes malos? No pensé que te molestaran.
Una débil sonrisa se dibujó en su rostro.
—Adoro tus malos chistes o tu sentido del humor.
Ella inclinó la cabeza. Estaba confundida y le costaba mantener la calma en medio de todo aquello.
—Entonces, ¿qué es?
Luke se mordió el labio inferior, no muy seguro de hablar. Ella observó como pasaba la lengua sobre el labio que acababa de morder antes de poder mirarlo a los ojos.
—Yo… Es mejor si lo dejamos por un tiempo.
Pestañeó.
—Qué?
Los ojos de Luke se estrecharon. Se sentía roto y con ganas de llorar. Decirle aquellas palabras a Emma lo destrozaban.
—Es lo mejor.
Ella hizo una mueca.
—Ahora sí que necesito que me des explicaciones, Luke.
Él hizo el intento de cerrar la puerta.
—No puedo. No ahora.
—Oye, espera un momento.
Emma se vio cortada por la acción de Luke. Le había cerrado la puerta en las narices. La ira creció en ella, seguida de la ansiedad. Empezó a pegar en la puerta, esperando que volviera a abrirle y que le diera más explicaciones. En su lugar, se encontró con un par de vecinos que salieron para quejarse de su alboroto.
La indignación y la tristeza llegaron después. Aquello no lo había visto venir. Nunca habría esperado que Luke fuera esa clase de hombre.