Narra Erick. Estaba luchando por seguir mis propias reglas. Me había acostumbrado a tomar duchas frías para tratar de calmar a mi furioso pene. Cada vez que pensaba en cuán hermosamente ella me obedecía, incluso con esa mirada de inocencia era suficiente para hacerme estallar en mi pantalón. En más de una ocasión, había soñado con ella, temiendo despertar con una mancha húmeda en mi pene como si fuera un adolescente. Las cosas que esta mujer estaba provocando dentro de mí tenían mi mente aturdida, y tenía suficiente lujuria como para llamarla a mi oficina solo para cogerla. Le diría que se subiera la falda y se bajara las bragas para poder tomar lo que era mío. Pero justo cuando estaba a punto de ordenarle que viniera una voz familiar invadió mi oficina. —Erick ¿podrías darmes un segund
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books