Narra Alanis.
A pesar de su rostro severo y de las duras palabras que brotaban de sus labios, no podía apartar los ojos de sus labios. Santo cielo, ¡ese hombre besa riquisimo! Cada parte de mí quería hacerlo de nuevo. Quería poner mis brazos alrededor de su cuello y reclamar su cuerpo nuevamente. La forma en que me inmovilizó en la pared era algo así como erótico, y una parte de mí se preguntó si él se mostraría así en otro lugar. Arrinconándome y besándome con todo el mundo como testigo. Había sido un jefe atrevido, un sexy jefe atrevido.
Sabía que estaba aquí para trabajar, y eso era lo que estaba haciendo: trabajar y aparentemente darle consejos sobre su compañia. Podía sentir sus ojos en mi trasero cada vez que salia de su oficina. Podía sentir como me devoraba con su mirada.
Cerr
