Cenaron en el restaurante del hotel, luego fueron a la habitación. Emil se quitó los zapatos
—Mañana iremos al cementerio, para que visites la tumba de tus padres —Aurora lo miró ilusionada, pero no dijo nada. Se dirigió al cuarto de baño.
Emil se metió entre las sábanas, Aurora llevaba largo rato en el baño. Esperaba su salida, no quería forzarla, ni asustarla, aunque el deseo crecía en su cuerpo, anhelaba volver a tenerla. Puso sus manos sobre su cabeza, miró al techo, esperando.
Aurora ya estaba vestida con su largo camisón, no quería salir, creía que, si esperaba lo suficiente, encontraría a ese hombre bien dormido. Esperó con prudencia, abrió la puerta del tocador despacio, sin ruido, observó que Emil tenía los ojos cerrados, ella intentó acercarse para apagar la lámpara, pero Em
