No fui capaz de ver a mi hermana por la mañana, bueno, ella me lo facilitó al quedarse dormida. Se quedó bebiendo hasta entrada la noche. La niñera llegó temprano y eso facilitó que Mariana no se despertara cuando los bebés se despertaron. Y así no pudo ver cuando Alessandro llegó a la casa. Cuando me asomé por la ventana me saludó con una mano alegremente y una enorme sonrisa. Pero lo ignoré y me alejé, corriendo la cortina. Sabía que me iba a esperar, pues tomaría como excusa el que no tiene chofer para poder verme, aunque evidentemente lo más práctico es que llame a un taxi. Dudó en si subir o no a mi auto, pues mi rostro serio lo tenía confundido. Pero al estar en el interior del vehículo no puedo ignorarlo. —¿Qué te pasa ahora? —pregunta. Me concentro en conducir, pero él