El silencio nos rodea, pero siento que hay algo más, es… una intimidad extraña, que no he sentido antes. No puedo más y me alejo de él. Me acomodo colocando mis pies del lado de la cabecera y Alessandro se confunde en gran manera cuando alzo los pies por encima de la cabecera, alzando la cadera. —¿Qué rayos estás haciendo? —pregunta, acercándose para verme. —Así el semen no se desperdicia —explico con tono de ser lo más normal del mundo. Él arruga el rostro, pero a mí no me importa, no puedo perder la oportunidad de quedar embarazada. Aunque… ahora que lo pienso, pronto va a comenzar mi periodo, es una pena, estoy en mis días menos fértiles: mi semana premenstrual. —Ya basta, deja de hacer eso —suelta y lo observo confundida—. Eres una daña momentos. —Me toma de la cintura y me j
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