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Jack entrecerró los ojos al ver la brillante luz de la mañana. Entró en la habitación y encendió la cama desconocida. Las sábanas extrañas que olían a vainilla.
Mierda. No era la primera vez que esto había sucedido.
Para él, había una línea delgada entre estar muy mareado y beber tanto que no recordaba nada.
Pensarías que después de treinta años de vida y quince años de bebidas ya te conocerías.
Su cabeza rugía. No era la primera vez que había terminado así, pero era la primera vez en un par de años.
Él se movió debajo de la colcha y se dio cuenta que al menos seguía en bóxer. Pero nada más. Jack miró alrededor de la habitación, Todo era blanco excepto un vestidor vintage en la esquina. La parte trasera de una laptop abierta revelaba una pegatina de yoga y un bosquejo de California.
Al menos sigo en Tahoe City, pensó él.
Pero algo estaba mal. Toda la habitación brillaba como una gema. Le tomó un momento darse cuenta de que era escarcha, por todos lados. De alguna forma, él reconoció de milagro el teléfono en la mesita de noche.
Por favor no estés muerto, pensó él. El teléfono tenía quince por ciento de batería y una cadena de textos enojados de un número desconocido. Mientras él rodaba, él se asustó al ver a la chica media vestida a su lado.
Addison. Addy. Él recordó todo de inmediato, como si los recuerdos le hubieran dado un golpe en la cara.
Él recordó haber estado en el bar. Recordó hablar y coquetear con Addison, algo que pasó de tomar shots a coquetear por completo con ella. Pero eso no explicaba qué estaban haciendo aquí o dónde estaban. Él la miró en busca de pistas.
Ella estaba acostada de espaldas, su cabeza hacia un lado y su largo cabello cubriendo su cara. Un pezón rosado se había escapado de su sujetador. Él se sintió duro al ver sus pechos. Eran curvas que él no recordaba.
Pero él dejó eso a un lado y subió la sábana para cubrirla. Ella no se movió y su respiración permaneció profunda y pesada.
Jack se levantó, protegió sus ojos y revisó la habitación. ¿Dónde diablos estaban? Él pensó que era la habitación de ella, pero al inspeccionar más la decoración él se dio cuenta que parecía más un hotel. Estaban rodeados de varias botellas vacías de champaña.
Eso explica por qué amanecí así.
Jack salió de la cama y se dirigió al baño. Mientras se recostaba en la pared sobre el baño y comenzaba a aliviarse, él miró abajo y casi orina por todos lados. En su mano izquierda había un brillante anillo de titanio.
Jack se lo sacó y comenzó a inspeccionarlo.
“Oh no”, dijo él. “No, no, Jesús, no.” Él corrió a la habitación y buscó la mano de Addison debajo de los cobertores.
Ella gruñó en la habitación. “¿Qué estás haciendo?” preguntó ella media dormida.
“Despierta, necesito ver tu mano.”
“¿Qué pasa con mi mano?” preguntó ella. “No, es mi cabeza lo que duele…”
“Tenemos otras cosas por las cuales preocuparnos.” Finalmente encontró su mano y sintió el frío metal en su dedo. Su corazón se detuvo.
“¿Qué es esto?” preguntó él y levantó su mano hacia su cara.
“¡Ssh! Oh dios mío”, murmuró ella y llevó la almohada a su cara.
“Mira, tienes que ayudarme a…”
Addison se sentó.
“Oh, dios”, dijo ella y saltó de la cama. Él la miró mientras corría hacia el baño en nada más que ropa interior. Sonidos violentos de vómitos vinieron del baño y su entrenamiento de doctor entró en acción.
Jack agarró un par de toallas, su cinta de cabello de la mesita de noche y le llenó un vaso de agua.
“Vomitar es bueno”, le dijo ella. “Bótalo todo.”
“No me siento tan bien”, dijo ella cuando eventualmente botó todo de su sistema.
Ella apareció en la puerta con una de las batas de hotel rodeando su delgada figura. Ella parecía una niña jugando a vestirse como grande.
“Estoy contigo”, dijo él. “Ven, siéntate.”
Él le acomodó un lugar en el mueble y le colocó el vaso de agua en la mano. Ella lo empujó ligeramente mientras colocaba su cabello en una cola de caballo, pero él chasqueó la boca hasta que ella cedió.
“Lamento haber vomitado”, dijo ella avergonzada.
“Trabajo en una sala de emergencias. Un poco de vómito no me molesta”, dijo él.
Mientras él la miraba con sus ojos enrojecidos y círculos negros debajo, él no pudo evitar sentirse mal por ella. De los dos, ella claramente había quedado peor.
“¿Quieres quedarte sentada?” preguntó él. “¿O regresar a la cama?”
“Regresar a la cama”, dijo ella.
Él la arropó y fue al baño para volver a rellenar el vaso de agua. Mientras él llenaba el vaso, él se tomó un segundo. Miró el anillo dorado en su cuatro dedo en su mano izquierda, lo levantó para examinarlo.
El hecho de que él tuvo una boda, de que había logrado otro objetivo en su vida sin siquiera prestar atención lo hizo sentir un poco triste. No es que se hubiera imaginado antes casarse o algo así. Eso era más una obsesión de su madre.
Pero cada objetivo importante que él lograba era otro sin su padre, el único padre que de verdad se había preocupado por él. Sí, su padre podría haber sido muy duro, presionando a Jack sin piedad por cada pequeño error.
Pero en retrospectiva, Jack podía ver por qué su padre lo había presionado tanto. Él solo quería que Jack tuviera éxito.
El vaso se rebasó y Jack salió de sus pensamientos. Cuando regresó, Addy se había envuelto con la sábana como un burrito.
“¿Addison?” preguntó él, pero solo recibió una respiración pesada como respuesta.
Su teléfono sonó y ella gruñó por la molestia. Él no reconocía el número.
Maldición, tenía que comenzar en cuidados urgentes hoy. Era el hospital, tenía que ser. Jack buscó una respuesta, una excusa creíble. Pero por primera vez en su vida, no se le ocurrió nada.
Philip. Philip sabría qué hacer.
Él dejó que la llamada fuera al buzón de voz y llamó a Philip de inmediato. Mientras él buscaba cómo comenzar la conversación más incómoda de su vida, él fue hacia el pequeño patio.
“¡Felicitaciones, señor esposo!” Philip celebró en el teléfono.
Él alejó el teléfono de su oreja y frunció el ceño. “¿Qué?”
“¿No te casaste anoche?”
“¿Creo… que sí?”
“Sí, estabas hasta las últimas anoche. Te dije que Reno era demasiado lejos para…”
“¿Reno?”
“Sí, intente decírtelo, pero tú y Addy estaban insistiendo. ¿No te acuerdas? Los metí en un taxi y le di a ese hombre una propina generosa. Muy generosa.”
“¿Qué… qué pasa con la apertura de hoy? ¿El nuevo hospital? Se supone que tenía que estar ahí…”
“Oh, amigo, nadie sabe que abrimos. No te preocupes si no llegas.”
Jack colocó su cabeza en sus manos. “Sí, okay.”
“¿Cómo está la señora Stratton?”
¿Señora Stratton? Oh, se refiere a Addison. Jack se sentó derecho y miró a través del vidrio al burrito de la sábana.
“Uh… todavía no está levantada. Escucha, ¿qué sucedió exactamente? ¿Anoche?”
“¿No recuerdas nada?” Philip no podía creerlo.
“Recuerdo estar tomando shots”, dijo lentamente. “Y mirando el i********: de su ex. Luego… nada.”
Jack escuchó un clic.
“Hey, amigo, te llamaré luego”, dijo Philip.
Jack miró su teléfono, estaba casi muerto. Lentamente, él se levantó de la silla y fue hacia el baño. Él comenzó a sentirse mejor bajo el agua caliente de la ducha.
Ahora era obvio que Addison no iba a despertarse pronto. Él pidió servició a la habitación mientras se secaba y se vestía con la misma ropa de la noche anterior. La ropa apestaba a alcohol.
La comida llegó rápido y en un arreglo hermoso con una rosa en un jarrón. Él le dio una propina al mesero y metió él mismo el carro.
“¿Comida?” Addison preguntó cuando él comenzó a destapar los platos. Ella miró las bandejas con curiosidad.
“Esto primero”, dijo él y le dio uno de los ocho Gatorade que había ordenado. Ella lo abrió y bebió toda la botella en unos tragos. Después de la segunda botella, Jack le ofreció algo de comida.
Ella se acercó al borde de la cama, todavía cubierta parcialmente por la sábana y comenzó a comer su tostada francesa con sus dedos. Mientras masticaba, ella lo miró.
“¿Estamos en Reno?”
“Sip”, dijo él mientras comía un omelet.
“Oh dios. Nosotros…” ella bajó la mirada hacia el anillo en su dedo. “¿De quién fue la idea de casarnos?”
“No tengo ni idea.”
“Oh, no. No”, dijo ella y luchó por levantarse. Ella todavía sostenía la masa de sábanas alrededor de ella. “¿Dónde está mi ropa? Espera, nosotros… no… consumamos el matrimonio, ¿cierto?”
“No lo creo”, dijo Jack honestamente. “No vi evidencias de eso.”
“Oh, gracias a dios. Aquí está mi camiseta”, dijo ella. “Digo, no me malinterpretes. Eres demasiado caliente, pero… acabamos de conocernos.”
“No te preocupes. Creo que tus jeans están en aquella esquina. Y por cierto, creo que deberíamos estar un poco más preocupados porque aparentemente nos casamos borrachos en vez de pensar si tuvimos sexo borrachos.”
“Probablemente tienes razón”, dijo ella. Ella agarró su ropa con su mano y se dirigió al baño.
Jack escuchó la ducha encenderse y comenzó a pensar cómo anular este matrimonio.
¿Eso existía, cierto? ¿En Nevada? ¿Sucedía todo el tiempo, cierto?
“¿Hey, esta es tu laptop?” preguntó él.
“No lo sé. ¿Cómo luce?” Su voz se escuchaba baja por el agua.
“Plateada con una pegatina de yoga.”
“Sí, es mía. Aparentemente, yo fui lo suficientemente inteligente para sacarla justo antes de casarme con un extraño.”
La laptop estaba con dos por ciento y estaba comenzando a apagarse. Sin embargo, él logró ver la página de i********: de Jeremy antes de que la pantalla se apagara por completo.
Addison regresó a la habitación, su cabello envuelto en una toalla.
“¿Te sientes mejor?” preguntó él.
“Un poco. Pero vomité la tostada. Creo que… debí pensarlo mejor antes de tomar tequila.”
“Odio decir esto, pero… creo que deberíamos regresar a Tahoe”, dijo él. “Creo que podemos descifrar las formalidades luego.”
“Okay”, dijo ella y asintió. “Eso sería lo mejor.”
Él podía olerlos a ambos mientras entraban en el pequeño ascensor. Afuera, el sol era cegador y doloroso. Ambos gruñeron y cubrieron sus ojos, ninguno traía gafas de sol.
“¿Cómo llegamos aquí?” preguntó ella mientras recorrían el estacionamiento vacío.
“Creo que en un taxi”, dijo él.
“¿Entonces estamos varados?”
“Así parece.”
Ella suspiró y avanzó y él la siguió.