Esperaba que la risa contenida que encerraban sus palabras lograra tranquilizarla. Ella se calmó un poco, pero no se movió y continuó con la cara escondida en el hombro de él. —Tengo… miedo— dijo después de un momento—. No puedo… evitarlo. Siempre… le he tenido… miedo… a las tormentas. —En la verdad, es muy comprensible— dijo el Marqués— y la tormenta que estamos pasando ahora es terrible. Al mismo tiempo, Shikara, puedo asegurarle que la sortearemos, y el Capitán, cree que el viento empezará a amainar mañana mismo. Ella se había aferrado de la solapa de su chaqueta con una fuerza casi desesperada, pero al escucharlo aflojó los dedos un poco y exhaló un pequeño suspiro de alivio. —Me siento… avergonzada— dijo después de un momento. —Esto es perfectamente comprensible en… ¡una mujer!—